Capítulo 29

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El sonido típico del bosque había sido alterado. Junto a las aves y el viento, se podía oír los llantos de un joven omega que era abrazado por su alfa.

Zhan no sabía como tranquilizarlo. Nunca lo vio de esa manera e, hiciera lo que hiciera, Yibo continuaba llorando. Su alma estaba rota y hecha añicos, al igual que la del castaño, y la culpabilidad formó una gran carga sobre sus hombros.

Después de que el líder se llevara a ese chico, el menor estuvo a punto de desmayarse pero el azabache lo sostuvo para que no cayera. Su cuerpo estaba muy débil y se sintió desfallecer cuando la oración: "No volverás a ver a ese vagabundo" fue analizada por su cerebro.

Se marcharon a un lugar más privado con el objetivo de que el omega se calmara pero era imposible. Habían pasado horas y las lágrimas de Yibo seguían bajando por sus mejillas y acumulándose en su barbilla para luego caer al suelo.

El contrario tuvo que agarrarlo por detrás y tomar sus manos para que descansaran en su regazo ya que temblaban demasiado. Toda su fortaleza se fue de un momento a otro y solo podía llorar y llorar, era lo único que le quedaba por hacer.

La ropa del castaño, aunque este no se había dado cuenta, cada vez se mojaba más por las gotas silenciosas que abandonaban los ojos del alfa. Si Yibo se culpaba del secuestro de Jia, Zhan lo hacía el doble o incluso el triple. Él fue el último en ver y hablar con el adolescente y, si hubiera sabido lo que iba a pasar, no le habría importado lo más mínimo ir al calabozo con tal de que él no hubiera estado solo y no hubiera sido raptado.

Las palabras sobraban en ese ambiente depresivo. El cantar de los pájaros sonaba más lúgubre y el río representaba una sinfonía que recordaba a una despedida, casi como un réquiem. El castaño miró justamente a esas aguas que recorrían su caudal con gran lentitud y pesadez, sin prisa alguna de llegar al océano donde encontrarían la muerte y una nueva vida.

- Se lo prometí - dijo en un murmuro lastimero. - Le prometí que algún día lo traería aquí.

Su voz se rompió en la última parte y los brazos del pelinegro lo apretaron más mientras besaba su pelo. Esos gestos lo animaban un poco pero, sin embargo, no podía evitar que su mente recordara al pequeño omega.

- No pude cumplirlo, no lo hice.

Se revolvió queriendo golpearse a sí mismo pero no pudo ya que sus manos estaban retenidas por las del contrario. Este tenía miedo de lo que podría hacer debido a su estado y no pensaba soltarlo.

- Está bien, él debe estar bien - intervino el mayor generando unas esperanzas que estaban casi extintas.

- ¿Y si no lo está? ¿Y si está muerto? - gimió de dolor. - ¿Qué haremos sin él? Quiero que vuelva.

- Yo también. No debí dejarlo solo, ¿por qué lo hice?

Zhan escondió su rostro en el cuello del omega como si de esa forma su culpa fuera a irse, algo que no hizo. Quería volver hacia atrás en el tiempo para corregir sus errores y llevarse a Jia con él.

- No te culpes. Yo tuve que haber ido con vosotros - liberó una de sus manos y acarició la nuca del azabache.

No cambiaron de posición durante unos minutos hasta que la respiración de Yibo se normalizó avisando al mayor que se había quedado dormido. Este decidió tomar el riesgo de cargarlo hasta su casa para que descansara.

Pasó un brazo por sus piernas y el otro por su espalda y caminó con él hasta la entrada de la cabaña. Por su sentido del olfato y del oído supo que no había nadie así que entró. Era la primera vez que estaba allí dentro y, aunque era pequeña, la casa estaba bien arreglada. Intentó abrir una puerta pero estaba cerrada por lo que dejó a su destinado sobre unas mantas del salón, las cuales formaban en realidad su cama.

𝐴𝐿𝐹𝐴 (𝑍𝐻𝐴𝑁𝑌𝐼) | Finalizada (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora