Capítulo 33

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Jia daba vueltas y vueltas en la celda pensando en una manera de salir de allí. Tenía que ayudar a Yibo urgentemente pero la preocupación que lo sometía solo le impedía encontrar una salida.

Durante unos minutos estuvo probando abrir el candado sin éxito; luego tiró de cada uno de los barrotes por si había alguno suelto, lo que tampoco fue factible; e incluso, intentó alcanzar la pequeña ventana que estaba arriba de él a muchos metros de altura pero, aunque lo hubiera conseguido, no habría podido salir por ese hueco.

Molesto consigo mismo y sin más ideas que poner en práctica, se sentó en el suelo apoyando su espalda y su cabeza en la pared sucia de tantas personas que tuvieron que estar allí encerrados. Se cruzó de brazos y soltó todo el aire que retenía en los pulmones de manera ruidosa.

Se sentía como un animal, peor que eso, como un ser inútil cuyo final no le importa a casi nadie y no puede proteger a los que de verdad sí le importa. Sus ojos picaron al pensar en lo que le estarían haciendo al otro omega y en la posibilidad de que, tal vez, no lo volviera a ver ni a él ni a Zhan.

Abrazó sus rodillas sintiéndose muy pequeño en ese lugar, como si todo le quedase grande y no pudiera hacer nada para evitarlo. La culpabilidad le mataba: él debió ser el siguiente, no Yibo.

Su pulso tembló a la vez que las lágrimas bajaban por el camino de su rostro. Había encontrado una familia después de tanto tiempo que le quería: un hermano mayor que siempre lo protegía y bromeaba con él llamándole "pequeño", y un mejor amigo que le alegraba con sus charlas e historias y le daba de comer siempre. Aunque no tuviera casa, ni una cama cómoda donde descansar, los tenía a ellos y para él era suficiente.

¿Qué haría si les pasara algo?

Se lamentaba en silencio recordando todos los buenos momentos cuando algo llamó su atención. De la pequeña ventana que antes intentó alcanzar, entró volando una mariposa totalmente blanca que batía sus alas con energía pero con soltura. El joven se iba a poner de pie para verla mejor cuando esta desapareció y, en su lugar, dejó a una mujer que le daba la espalda. El omega se pegó cuanto pudo a la pared con los ojos abiertos de la impresión.

- ¿Me he vuelto a equivocar? - preguntó al aire la anciana mientras se rascaba la cabeza. - A este paso me los matan.

Ella se giró para irse por donde vino pero su mirada se encontró con la del adolescente. Se miraron sin decir nada unos segundos poniendo más nervioso al menor.

- ¿Sabes a dónde se han llevado a Yibo? - Jia señaló la puerta del pasillo con su dedo tembloroso como repuesta. - Ah, muchas gracias.

La mujer movió su mano y el candado de la verja cayó al suelo. Luego salió de allí para dirigirse campantemente a la salida.

- Perdone - la llamó el omega cuando pudo reaccionar. - ¿Conoce a A-Yi?

- Sí.

- ¿Va a ayudarlo?

- ¿Por qué crees que he venido, para darle el almuerzo? - rodó los ojos y continuó mientras negaba con la cabeza.

- Espéreme, voy con usted.

Ambos salieron de allí en busca de Yibo y Zhan. El joven no sabía que se encontrarían pero la anciana sí, o al menos tenía algo en mente. El día había llegado y tenían que contribuir de la manera adecuada para que, de todos los futuros que ella observó, consiguieran obtener el mejor y victorioso.


- Hierba silvestre, agua del río sagrado, lágrima de cocodrilo...

𝐴𝐿𝐹𝐴 (𝑍𝐻𝐴𝑁𝑌𝐼) | Finalizada (CORRIGIENDO)Where stories live. Discover now