Capítulo 8.

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Buscar como un desesperado sin cansancio hasta que el día le dio paso a la noche y los pájaros se acostaron para dejar que las luciérnagas alumbraran junto a la Luna la oscuridad profunda.

Yibo caminó por todos lados sin conseguir encontrar a su amigo de cuatro patas. Se sentía muy mal por haberle causado esa reacción, siempre era prepotente y orgulloso y verlo de esa forma, indefenso y asustado, le partió el alma a la mitad.

- ¿Por qué se pondría así? - susurró frotándose los hombros para mantener el calor.

Se había dejado la fina manta en el claro debido a que salió corriendo tras el lobo, y ahora se arrepentía. El bao abandonaba su cuerpo mientras avanzaba medio a tientas. Su estómago se revolvía pensando que su padre lo mataría por llegar tan tarde, seguro que él ya se encontraba en la cabaña con un cabreo impresionante. Aún así siguió con la busca: si tenía que soportar nuevos golpes con el látigo, lo haría; lo imprescindible era saber sobre el pobre animal.

El frío parecía aumentar a cada paso que daba y sus dientes castañearon rompiendo el silencio de la noche. Intento controlar el choque entre ellos, pero era una reacción mecánica de su cuerpo para protegerse de la baja temperatura por lo que no pudo conseguirlo.

- ¡Chico! ¡¿Dónde estás?! - gritó dando una vuelta sobre sí mismo para mirar a su alrededor. - ¡Por favor, vuelve! Vuelve - repitió más bajo.

Continuó un poco más hasta que se dio por vencido. Las condiciones atmosféricas no le eran favorables y sus piernas estaban cansadas de tanto trote, necesitaba un descanso.

Vio un árbol grande cuyas raíces sobresalían de la tierra, podría quedarse allí un tiempo hasta que se recuperarse y luego seguiría su camino. Se hizo un hueco entre dos de los tallos y se acurrucó notando la calidez de la madera, se sentía tan reconfortante que sus párpados poco a poco se cerraron. Se quedó dormido sin saber que al que tanto buscaba, estaba tan cerca, justamente al otro lado del inmenso tronco.

" Busca en tu interior... en tu pasado, en tu presente... y en tu futuro. Recuerda aquello que nunca olvidas. Está frente a ti, no busques más lejos. Capta lo que tú vista ve, escucha lo que tus oídos oyen... lo que tu corazón demanda a gritos."

Unos leves sonidos fueron capaces de sobreponerse a la voz de la mujer desconocida. Yibo creyó que eran productos de su imaginación, que el sueño proseguía y que no debía preocuparse por ellos; pero cambió de parecer cuando estos no cesaron incluso abriendo los ojos.

Afinó el oído y comprendió que era suaves lamentos de un animal, de un canino, de su lobo.

Se levantó olvidándose del frío y del cansancio y dándole la vuelta al árbol ya que localizó que las quejas provenían de allí.

Se alegró más que nunca al observar la forma del lobo echado sobre la hierba con la cara apoyada en el suelo entre sus patas delanteras. Su fortaleza de había desvanecido y solo le quedaba la tristeza, una que siempre tuvo dentro pero a la cual retenía para no ser débil. Su larga experiencia le había reiterado varias veces que bajar la guardia era peligroso y que lo mejor era alejarse de lo que le dañaba y le entristecía.

- Oye - le llamó suavemente y el animal se giró con rapidez sorprendido por el chico. - Por fin te encontré - le sonrió.

La presencia del omega no le gustó nada y gruñó de nuevo como aquella tarde al lado del cobertizo de la leña. Yibo no se esperó ese comportamiento y supo en seguida que todo había vuelto al principio. No sirvió de nada el acercamiento de esos últimos días, todo por una historia.

𝐴𝐿𝐹𝐴 (𝑍𝐻𝐴𝑁𝑌𝐼) | Finalizada (CORRIGIENDO)Where stories live. Discover now