𝐴𝐿𝐹𝐴 (𝑍𝐻𝐴𝑁𝑌𝐼) | Finalizada (CORRIGIENDO)

Capítulo 9

Su mano fue levantada con decisión y un fuerte golpe impactó contra la mejilla del joven. Él se mordió el labio aguantando el dolor de la bofetada de su padre.

- Sucio omega - arrastró las palabras en señal de que la embriaguez lo dominaba.

Su interior le gritaba que le preguntase porqué le golpeó y porqué lo insultaba, pero prefirió quedarse callado.

El hombre terminó con la botella que sostenía y la dejó a un lado para empezar con otra. Llevaba así un buen tiempo y Yibo estaba harto de oler ese licor tan fuerte que se metía por sus fosas nasales y llegaba hasta su cerebro.

- Recógela - le señaló la que estaba vacía.

Con un leve suspiro se acercó a la mesa y la cogió. Justo su mano agarraba el objeto cuando el mayor lo tomó de la muñeca y tiró de ella, olfateó su piel para luego gruñir con ira.

- Me lo suponía... hueles a alfa.

- No es...

- ¡Calla! - su grito hizo retumbar toda la cabaña. - ¿Has estado con un alfa? ¡Responde!

- N...no - dijo muy bajo.

- ¡Habla claro!

- No.

- No me creo ni una palabra que sale de tu boca... descúbrete - Yibo miró incrédulo al hombre. - ¡Descúbrete! - rompió la botella con el filo de la mesa haciéndola añicos.

Como no le hacía caso, el alfa tiró de la parte superior de su ropa hasta descubrir su cuello y sus hombros. Revisó de malas formas esa zona para ver si tenía alguna marca, pero no encontró nada. Tras terminar, lo empujó para que cayera al suelo y se agachó a su lado agarrando un trozo de los pedazos del recipiente roto.

- Escúchame... - dijo con lentitud. - Ni se te ocurra, ¿me oyes? No si te ocurra... entregarte a algún alfa - apoyó la punta afilada en el perfil de su rostro. - Si llego a enterarme de que sales con alguno... - con esa arma improvisada le hizo una herida desde la zona superior de la boca hasta el labio inferior - ... esto no será nada comparado con lo que te haré y lo que le haré a él.

La sangre se metió dentro de su cavidad bucal y notó ese característico sabor metálico. El pedazo de botella fue soltado y manchó las tablas de madera con pequeñas gotas rojas. El mayor lo dejó allí tirado y se retiró a su cuarto acompañado de su licor, sin remordimientos de lo que había hecho.

El omega se levantó tapándose con su palma la brecha que le causó el contrario. Pensaba que su padre había cometido un error, él no tocó a ningún alfa, ni siquiera a los que le compraban las aves. Seguro que había confundido el olor del lobo con el de un alfa.

- Ah - gimió de dolor suavemente.

Tenía que limpiarse la sangre y curar la herida, si no lo hacía podría ser peor. Salió de la casa con dirección al río, era como una costumbre ir allí cuando sufría algún percance de ese tipo. Cuando era pequeño su abuela le echaba agua fresca y le envolvía la rodilla en unas plantas curativas cuando se caía en el bosque trabajando para su padre.

El líquido color carmesí resbalaba por su brazo formando un fino hilo irregular y este, al llegar a su codo, goteaba a la hierba oscureciendo las hojas del suelo.

El sonido de las aguas fue como un bálsamo para el dolor y un método de relajación. El caudal era tranquilo y la cercanía con las montañas hacía que el río transportara aguas gélidas, perfectas para amortiguar el calor del verano y la primavera y para aliviar el escozor de las heridas.

Una vez en la orilla, sumergió sus manos y brazos para enguagarlos y limpiarlos, formó un cuenco con sus palmas y se mojó la cara. El cristalino se convirtió en color rojizo y la sangre continuó saliendo. Repitió la acción varias veces más y respiró hondo para no soltar sonidos de dolor, rabia y desesperación.