Capítulo 5

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Ese día parecía que todo se teñió de un color más agradable, el bosque respiraba alegría y los pájaros no cantaban tristemente sino que sus canciones brillaban por ellas mismas y se movían por todos lados impulsadas por la suave ráfaga de viento.

El joven omega rebosaba felicidad y por primera vez en años su olor salió llenando su alrededor con un aroma dulce a flores y frutas. Acompañaba con su canto a las aves y estas revoloteaban a su alrededor al igual que unas mariposas que se asustaron con su pasar.

Iba tan concentrado pensando en lo que quería hacer en el día que no noto la presencia de alguien más con él. No fue hasta que vio los matorrales meneándose de forma extraña cuando comprendió que no estaba solo en aquel camino.

- ¿Hay alguien ahí? - espero a que le respondieran. - Muéstrate.

No salía nada de ese lugar así que se giro para continuar, pero otra vez se movieron la hierbas y se escuchó un quejido salir de ellas. Con movimientos bruscos, el lobo blanco y negro salió de su escondite gruñéndole a su propia pata y agitándola mientras daba vueltas sobre sí mismo.

El joven se extrañó por su reacción pero supo que causaba ese comportamiento inusual al investigar bien el arbusto.

- ¿No hay plantas en el bosque qué te tienes que meter en una hiedra venenosa? - rió por lo bajo.

El animal seguía haciendo lo mismo y Yibo quiso ayudarlo ya que sabía cómo se sentía. Meses después de perder a su abuela huyó de su padre cuando quería pegarle, se ocultó en el bosque y acabó en uno de esos arbustos. Su piel le picaba y si se rascaba era peor hasta el punto de hacerse heridas. Aquel día fue horrible ya que, encima de llevarse una buena bronca, no fue hasta la mañana siguiente cuando el veneno se fue al bañarse en el río.

- ¿Dejas que te ayude? - le preguntó pero el lobo no le hizo caso. - Ven conmigo - le llamó.

El canino paró de moverse y lo miró con indecisión.

- Venga, bonito. Te curaré, lo prometo.

Con paso lento y mordiéndose de vez en cuando la pata siguió al omega hasta la orilla de las aguas. No tuvieron que ir muy lejos ya que el río estaba cerca y, ante su llegada, unos patos se fueron volando por miedo al ver al depredador.

- Métete en el agua - le sugirió.

El lobo se echó hacia atrás mostrando su desagrado, parecía que no le gustaba nada la idea de mojarse.

- Solo es agua - Yibo le salpicó y él gruñó como respuesta. - Vale, vale, no lo vuelvo a hacer, pero mete solo las patas.

Arrugando la nariz, se acercó hasta allí y se detuvo justo antes de tocar el líquido. Levantó la pata para luego bajarla y después de eso elevarla de nuevo, estaba muy desconfiado o quizás asustado.

- Se te aliviará el picor, de verdad.

Sus ojos se encontraron y tranquilo por sus palabras dejó que la corriente le masajeara la zona llevándose las molestias. Se adentró un poco más hasta que el agua le llegó a la mitad de las patas.

- ¿Ves? Te lo dije.

El animal solo esperó unos segundos y luego salió como si le quemara estar allí.

- No te gusta el agua, eh - le sonrió.

Lo que le dijo lo enfadó de alguna forma aunque no hubiera sido nada malo y, tras enseñarle los dientes, se marchó a paso ligero. Yibo hizo una mueca ante la actitud rara del lobo y, sin darle mucha más importancia, continuó hacia el pueblo.

A mitad de camino, una cierva de gran tamaño y asustada por algo se cruzó delante de él golpeándolo y empujándole al suelo. El omega se quejó internamente de su mala suerte y se sacudió con disgusto las manos para quitarse la tierra y las pequeñas rocas que se le clavaron. Estas le causaron un leve corte en su palma por el cual no merecía la pena ni molestarse en taparla.

𝐴𝐿𝐹𝐴 (𝑍𝐻𝐴𝑁𝑌𝐼) | Finalizada (CORRIGIENDO)Where stories live. Discover now