𝐴𝐿𝐹𝐴 (𝑍𝐻𝐴𝑁𝑌𝐼) | Finalizada (CORRIGIENDO)

Capítulo 17

- Señor.

- Oh. Hola, hijo - le saludó con una gran sonrisa.

Yibo había conducido a Zhan hasta la otra parte del pueblo. Sabía que allí encontraría al hombre que buscaba, aquel al que alguna vez ayudó con su carro cuando se quedó atorado en un hueco del camino.

No se habían visto muchas veces y no tenía una relación tan estrecha con él como con Jia pero, aún así, podía preguntarle sobre algún taller que hicieran trajes y demás. Aquel alfa conocía muy bien todos los locales, tanto de la ciudad en la que se encontraban como de las vecinas, ya que era comerciante e iba de un lugar a otro.

- Señor, podría ayudarnos en un asunto.

- Por supuesto, lo que demandeis.

- Verá. Necesitamos encontrar un puesto.

- ¿De qué clase?

- De tejido y confección de vestimentas.

- Ah, muy fácil. En la calle principal tenéis...

- Sí, sí, lo sabemos - le interrumpió. - Pero buscamos una en específico.

- ¿Cuál es?

- ¿Sabría usted por casualidad si en alguna venden capas con bordes decorados con calaveras?

- Mm - pensó. - Bordes de calaveras. Si os soy sincero no he escuchado de ningún taller que realice algo parecido.

El omega se mordió el labio y bajó la cabeza decaído. Si ese señor no lo sabía era muy probable de que nadie lo supiera.

- Señor... ¿y ha oído sobre alguno que las realice a medida y con motivos personales? - preguntó Zhan.

- ¿Perdone?

- Sí, un taller en el que confeccionen la preferencia de la persona.

- Pues... ahora que lo pregunta... sí, sé de varios - afirmó.

- ¿De verdad?

El rostro de Yibo se iluminó y su lobo saltó de felicidad en su interior.

- ¿Dónde se encuentran?

- Esa es la cuestión, no están en esta ciudad. Se sitúan en la Ciudad Ji, a un día y medio a pie de distancia.

La expresión de ambos jóvenes cambió de alegre a seria. No podían estar fuera ni una tarde entera, por lo que era impensable desaparecer más de dos días. El padre de Yibo lo descubría todo y los dos sufrirían mucho.

- Debo irme, tengo que vender este cargamento. Nos vemos y mucha suerte - se despidió.

- Hasta la próxima - hicieron una reverencia.

Se quedaron parados en medio de la calle viendo como el hombre tiraba de su burro para continuar su camino. La preocupación los rodeaba y una nube negra se posó sobre sus cabezas.

- Debemos ir allí - comentó el omega tras un tiempo deliberando.

- No, no podemos.

- ¿Por qué?

- Tu padre.

- Ya veré qué hago con él cuando regresemos.

- Solo por defenderme cuando era un lobo te golpeó hasta que tu espalda sangró, si desapareces más de un día no quiero saber que te hará - Yibo se mantuvo callado. - Déjame ir yo solo.

- En la vida. Esta misión es de los dos y no nos vamos a separar.

- Tú no tienes nada que ver. Yo hago esto para liberarme de mi hechizo pero tú no tienes que hacerlo si no quieres.