Quit

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Mingyu nunca ha sido de esa gente que cumple sus promesas, pero recordando el contacto de su fuerte puño contra las delgadas mejillas de Jisoo, se paralizaba y se obligaba a cumplir su promesa. Pretende que Jisoo ya no existe, y no inquiere sobre su paradero tampoco. Escuchó que Seungkwan había vendido su apartamento, y que éste ya no reside en Seúl. Los puentes habían sido quemados, y Mingyu piensa que si él realmente lo desease de otra manera, podría reconstruir ese puente de nuevo, pero mantuvo su promesa. Porque cuando recuerda cuan amargado Jisoo sonaba contra el frío viento esa noche, forzando a Mingyu a creer sus mentiras que él mismo había fabricado, su corazón se estrujaba fuertemente -y se olvidaba de respirar.

Sin otra opción, continuó viviendo su vida, apagándose y prendiéndose, cual robot. Daeho había regresado a casa, y su sonrisa también. Se encuentra inadvertido sobre las cicatrices en su cabeza. La sutura le recuerda a Mingyu que la sangre corriendo por el niño es la de alguien más y no permitió a Junhui aparecerse frente a su familia otra vez -aunque Jeonghan había repetido innumerables veces que Junhui no era el padre de Daeho. Jeonghan había confesado que ambos, él y Junhui, habían detenido su relación meses antes de su embarazo. Los ods había adoptado una relación pura desde entonces y no hacía sentido que el niño fuera suyo. Tal vez Jeonghan decía la verdad, pero Mingyu sigue barajeando posibilidades. Jeonghan se rehúsa a confesar la existencia de un tercer hombre mientras Mingyu pretende que sigue habiendo algo a lo que aferrarse.

Pero cuando él carga al niño en sus brazos, se percata de que Daeho no se parece en nada a él. Tal vez es el karma por elegir a Jeonghan, o tal vez la expiación por dejar a su propio hijo morir. Le abre la puerta al silencioso Jeonghan y éste sale del vehículo, tomando el brazo de Mingyu inconscientemente.

Brazo con brazo, la pareja se adentra en el nuevo hotel. Exuda más extravagancia de la que Mingyu esperó cuando formalizó su asociación. Las ruidosas voces de los clientes resonaron por el pasillo y el portero saludó a la pareja al inició de las escaleras. "Buenas noches," el joven saludó, inclinándose educadamente, y Mingyu replicó con una simple venia. Y una vez en el centro del salón, los invitados comenzaron a saludar al más alto, uno por uno hasta que Jeonghan se alejo. Mingyu miró brevemente hacia el enfurruñado Jeonghan, quien alcanzó una copa de vino rojo, empinándosela sin dudar. Mingyu regresó la atención hacia la multitud, dibujando una sonrisa de negocios mientras hablaba sobre las negociaciones en las cuales no tenía absoluto interés.

Mingyu miró a Jeonghan hundirse en la desesperación, formando una linea de copas vacías como si tratase de llamar la atención de su esposo. Sin embargo, este no le regalo ninguna, en cambio, decidió distraerse con el vino -y quizás por la sexta copa, sería capaz de recordar esos íntimos momentos con Jeonghan donde lo único que quería era enterrarse en él. Tal vez para su novena copa, sería capaz de borrar toda esa amargura de que quizás había elegido al incorrecto, y qui'zas para la doceava, Mingyu abandonaría su orgullo e intentaría arreglar su falsa familia. Mingyu bebiendo su tercera copa, pero la amargura persistió, y Jisoo seguía atormentándolo como una aparición.

Bebió la cuarta; los sonidos comenzaban a desaparecer y el movimiento de labios de los demás parecían escenas silenciadas de la televisión. Se alejó brevemente de la multitud para tomar su quinta copa; sabía que se arrepentiría luego, quejándose en la cama de una resaca terrible. Al menos, para ese momento ya habría olvidado todo su orgullo y su persistente afección por su ex marido, quien seguía rehusandose a pararse frente a él-

Pero Jisoo apareció como un fantasma, del otro lado del salón, mirando hacia otro lado con una bandeja sujetada por su delgado brazo. Sus pequeños y delgados labios se curvaban en una sonrisa. Vestía un traje negro, adornado con un moño atado al cuello, y la flexible y suave nuca que Mingyu solía besar con deseo se encontraba en ese momento expuesta al mundo entero. Mingyu se pregunta si es este el resultado de beberse cuatro vasos de vino en sólo diez minutos. Sus pies lo llevaron cerca del otro, dejando atrás la multitud. Mingyu contempló en si debería beber su quinta copa antes de que la alucinación se esfumara, pero olvido todo en el momento en que Jisoo se giró, capturando su mirada en el instante.

Degenerates | MinshuaWhere stories live. Discover now