Simple

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Jisoo fue presentado con su cuidador -un alto y extranjero hombre quien apenas y podía pronunciar unas cuantas palabras para que Jisoo pudiese entender. Era joven pero extremadamente servicial. "Llamame Minghao," el hombre se presentó al inicio pero de alguna forma, el nombre siempre se resbalaba de la lengua de Jisoo. El hombre joven apareció por casi las cinco, y se excuso al llegar las nueve de manera educada desde la puerta. "Asegúrese de llamarme si necesita algo. Estoy a cinco minutos de aquí."

Jisoo está agradecido, pero eso es todo. Siempre hay alguien cuidando de él -la habitación de hotel, la paga de Minghao, las cuotas del hospital- Mingyu continuaba ocupándose de todo eso aunque Jisoo no había visto su cara desde hace dos semanas.

Pero las cosas cambiarían pronto; no había de otra. Mingyu y Jisoo no podían iniciar de nuevo. Una parte de él se aferra a un prometedor futuro y, aún así, hay otra parte que ya se había preparado para todo desde hace un tiempo. Seguía manteniendo sus cosas empacadas en una bolsa de lona escondida bajo la cama.

Minghao auxiliaba a Jisoo en sus visitas semanales a la clínica. Los resultados continuaban mejorando; Jisoo se sentía mejor también. Su fuerza regresó lentamente y los incesantes derrames desaparecieron. Por primera vez en mucho tiempo, Jisoo se sentía como sí mismo otra vez, así que dejaba a Minghao marcharse más temprano y faltar durante los fines de semana, permitiéndole a Minghao disfrutar su tiempo libre. No había necesidad de seguir cuidando a Jisoo cuando lo único que este hacía era esconderse en esa habitación, viendo por la ventana y sintiéndose envidioso al no poder ser una parte de aquella ruidosa multitud.

Jisoo no morirá después de todo. Permite que la realidad se asiente lentamente. Puede hacer todas las cosas que nunca pudo. Jisoo puede tener tantos años de vida como quiera, pero es casi ridículo, sólo sentarse ahí y pensar en eso sin hacer nada. Finalmente, Jisoo se levanta para buscar la percutida tarjeta que Mingyu le dejó. El familiar numero de Seungkwan está escrito ahí mientras el nombre de Mingyu permanecer del otro lado del cartón. Jisoo mira los caracteres del familiar nombre de Mingyu, trazando con su dedo la suave textura del papel. Es el mismo nombre que sueña borrar para siempre de su memoria pero que sigue regresando, rehusandose a difuminarse.

Jisoo trae a su mente el rostro de Seungkwan en su lugar, jalando una silla para sentarse. Respira profundamente pero la ansiedad lo domina. Jisoo no había hablado con Seungkwan en mucho tiempo; ¿Qué pensará Seungkwan cuando escuche la voz de Jisoo otra vez? Tomo el celular del escritorio, trazando con sus dedos las teclas pero sin presionar nada. Jisoo comenzó a inhalar y exhalar pero los nervios contralaban sus temblorosos dedos. Su pecho golpeaba ruidosamente con anticipación en cuanto presionó el primer dígito.

Se pregunta si Seungkwan atenderá un número desconocido. Si no, tal vez podía dejar un mensaje -sí, eso sería mejor y si Seungkwan decidía no volver a ver a Jisoo nunca más, simplemente podría ignorar su mensaje. Jisoo apretó con fuerza el teléfono, esperando impacientemente pero luego de tres tonos, Seungkwan contestó con suspicacia. "Hola, ¿quién habla?"

Jisoo entró en pánico, trabandose con palabras. Se apresura a hablar, asustado de que Seungkwan colgara inmediatamente. "Soy yo," Jisoo se muerde la lengua, "Jisoo-"

"¿Jisoo? Jisoo-" Seungkwan alza su voz con incredulidad. "Oh dios mío, ¿de dónde me estás llamando?"

Jisoo soltó una ligera risilla. Seungkwan no había cambiado; su exageradamente preocupado manierismo seguía existiendo en aquella familiar voz. Jisoo suspiró lentamente, pero sus dedos seguían temblando violentamente. "Lo siento," se disculpó primero. "Algunas cosas pasaron y perdí mi teléfono." Jisoo no pudo mencionar el hecho de haber desechado el teléfono a falta de dinero.

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