Capitulo 27: Las Plumas también Sienten

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Los días se volvieron semanas y las semanas meses y a pesar de la cierta armonía que se ha proporcionado en las tierras medias más las estaciones cambiantes una vez más la primavera se hizo verano y ahora en climas secos de otoño acompañan al dios sol cubrir los helechos de los árboles en su sequía, en la abundancia de hojas secas por los caminos que eran templados y húmedos anteriormente, dándose las primeras brisas de viento frío anunciando que pronto estaría el invierno en sus puertas.

Los ríos incluso portan algunos viajeros que caen a sus últimos hechos de vida al ser arrancados con el más mínimo movimiento del viento sobre sus ramas y transcurren su último camino por los desolados ríos, recorriendo todo lo que alcance, viendo desde ese movimiento los cielos y desaparecer en la agonía infinita que conllevan los ríos hasta su destino, algunos siquiera llegan más allá, solo, viajan a través del mínimo segundo.

- Qué tedioso, una vez más a llegado está temporada del año – Un sujeto observaba el río con muchas de las hojas sobre este, en sus labios traía consigo una ramilla de un árbol seco.

- Disculpe señor – Se acercó un temeroso niño, al verlo de reojo pudo lograr percatarse de la mala vida que ese chico llevaba, vestimentas sucias, piel raspada por los golpes que los "buenos ciudadanos" le brindaban, su ojo derecho cerrado no por que quisiera si no por el tremendo golpe hinchado que traía, sus labios partidos, cicatrices en sus brazos y piernas, más tu tono de piel apiñonada, sus cabellos castaños y por doquier, su olor pestilente. – M-Me podría proporcionar una moneda, no he comido junto a mi hermanito desde hace un tiempo –

- ¿Quién te hizo todo eso? – Pero el menor sujeto su brazo izquierdo con el derecho, dándose cuenta de la inocencia, siquiera delataría a los causantes de estafarlo, de golpearlo.

- Hermano – Los dos voltearon y claramente se vio como dos adolescentes de finas ropas golpearon al menor de no más de cuatro años, tumbado en el suelo siendo pateado, menospreciado

- ¡No, déjenlo! – Fue detrás de él, aquel pequeño de si acaso ocho años tratando de salvarle, pero, lo único que encontró fueron más golpes, más heridas, uno de ellos cargo una piedra tan grande que sin pensarlo la dejo caer sobre el rostro del más pequeño
- ¡Zidan! - Exclamo el mayor, su hermano había perecido en el juego de esos niños, hijos de personas ricas, mientras se carcajeaban como si lo que hicieron fuera muy "bueno", tomar la vida de los otros como si dependieran de ellos, aquella criatura que yacía escuchando las ofensas optó por levantarse y en un santiamén tomo a uno del cuello, claramente se podía apreciar las garras cortar ligeramente la piel del causante de lanzar la piedra con toda la intención.

- ¡Suéltame! ¿No sabes quién es mi padre? – Sin embargo, ese mocoso de apenas unos 15 años, comenzó a sentir un terror inminente al cruzar su mirada con la de esa criatura, esos ojos rojos tan llenos de oscuridad como la mismísima maldad reencarnada, sin embargo, a esta le puedes mostrar luz y a esta criatura no.

- No tengo la más mínima idea de quien jodidos sea tu padre – Hablo con ese tonó serio, sarcástico, arrogante – Y espero que esté preparado para el dolor que sentirá al ver a su "retoño" ser un asesino –

- N-No, yo, yo no quise matarlo – Pero siquiera la sonrisa de la criatura dejaba de radiar en su rostro

- O vamos, te gusto, no puedes mentirme – Los otros dos por más que quisieran moverse les era meramente imposible, el chico golpeado yace en el suelo cubriéndose su cabeza con ambos brazos, ya que esos tipos se aseguraron de dejarlo indefenso y aterrorizado.

- N-No, s-se equivoca – Y como si fuera nada, su sonrisa se desvaneció. – N-No me mate, por favor – Incluso comenzó a sollozar.

- Eso debiste a verlo pensado antes de matar a este menor, ¿Qué fue lo que te hizo? – Apretando ligeramente su pescuezo.

¡Un Phoenyx Enamorado!Where stories live. Discover now