Lugar de paz -KATIE MCGRATH Y TÚ-

"Las amistades peligrosas"

Narras tú

Juntamos nuestras bocas en un apasionado beso, se sentó sobre mí y llevé mis manos a su trasero para dejar un leve apretón. El sabor del alcohol se mezcló durante el contacto y se separó para mirarme. Sonrió ampliamente y se afirmó del sofá para levantarse muy lentamente, yo lo hice rápido y de inmediato me arrepentí.

–Wow...– me apoyé en la pared –¿Todo está dando vueltas o solo yo?– reímos y tomé su mano para seguirla hasta la habitación. Había una gran bolsa en la cama, Katie me soltó y la abrió, sacó dos cajas y también un bote de lubricante –¿Fuiste a comprar eso hoy?– asintió –¿Te imaginas y alguien te vio? Qué traviesa, McGrath– reímos y tomó la bolsa para dejarla en em piso –¿Qué más hay?– mordió su labio.

–Eso lo sabrás después– caminó hacia mí y apoyó sus manos en mi pecho –Quítate la ropa– susurró en mi oído y luego tomó las cajas para ir al baño. Me senté en la cama con cuidado y desabroché mis zapatos, los quité y seguí con mi pantalón, después saqué mi camiseta y ella volvió con el arnés ya armado en la mano, lo tiró a la cama y se subió en mí comenzando a besarme.

Tomé el borde de su camiseta para quitarla y llevé mi rostro entre sus senos para besar aquella zona, ella quitó la prenda que cubría sus pechos y jadeó cuando mi lengua jugó con uno de sus pezones.

Abrí el zipper de su pantalón y se levantó para poder quitarlo junto a sus zapatos y calcetines. Acaricié sus piernas con sutileza y la acerqué a mí para besar la zona baja de su vientre, unos centímetros por sobre el límite de su braga. Gimió cuando presioné la zona con mis labios y pude notar la humedad presente en sus pliegues a través de la pequeña prenda.

Sus manos viajaron hasta mi espalda para desabrochar mi brazier y lo lanzó a alguna parte de la habitación, después me levanté y sin rodeos quitó mi braga, metió sus dedos entre mis pliegues y los masajeó sintiendo mi humedad, introdujo dos de sus dedos en mí y gemí cerrando los ojos.

Sus movimientos se detuvieron en unos pocos segundos y caminó hacia la cama, tomó el juguete y también el lubricante, abrió este último con cierta dificultad y luego untó un poco en sus dedos para esparcirlo por el juguete que sería para mí del arnés. Me lo entregó y metí mis piernas en él. Lo subí y ella agarró el dildo interior para guiarlo hacia mi entrada y luego empujó hacia arriba. Gemí levemente y caminó hasta mi espalda para terminar de abrochar las correas.

Bajé mi vista para ver el juguete amarrado a mí y sonreí girándome para ver a Katie.

–¿Tú planeas quedar sin caminar?– rió.

–Son solo 18 centímetros– la miré sorprendida.

–¿Solo 18?– sonrió –Yo con esto no camino en una semana– reímos y me besó.

–Qué pena, porque luego te tocará a ti– susurró sobre mis labios y llevé mis manos a su cuello para profundizar el beso. La empujé hasta que chocamos con la cama y la hice recostarse, tomé el elástico de la única prenda que le quedaba y la bajé lentamente. Ella abrió sus piernas dejándome ver su mojado centro y sonreí admirando la vista.

Me arrodillé a orillas de la cama y pasé mi lengua por la húmeda zona, recogí algo de su humedad con dos de mis dedos y los metí en ella para comenzar a estimularla.

–¡Ah!– empecé a mover mi lengua por sobre su hinchado clítoris. Succioné muy cuidadosamente la zona y después añadí un tercer dedo a mis penetraciones. Con mi mano libre tomé el lubricante ya abierto y eché un poco sobre el juguete. Lo esparcí con mi mano y saqué mis dedos de su interior. Guié mi boca hasta su entrada e introduje mi lengua, luego dejé varios besos en la zona y me levanté.