Lo seremos

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Narras tú

–Hey, despierta–mordió el lóbulo de mi oreja y abrí mis ojos.

–¿Qué hora es?– acarició mi trasero.

–No sé, pero quiero ir al baño– me abracé más fuerte a ella y rió –Por favor mi amor, mojaré la cama– sonreí.

–Lo has hecho decenas de veces– murmuré y apretó mis nalgas, a lo cual reaccioné moviéndome bruscamente –¡Auch!– se rió y me recosté a su lado para dejar que se levantara.

Volvió a los dos minutos y se sentó a mi lado para revisar mi cara.

–Debo ponerte la crema para que cicatrice bien– me quejé pero sabía que no podía rehusarme.

Pasó su dedo con crema por mi ceja y luego fue a mi labio, lo acarició con cuidado y besó mi mejilla. Masajeó un poco mi nariz para bajar la inflamación y puso un gel en mis hematomas.

–Te amo– dije y me sonrió besando mi frente.

–Estoy casada con una heroína– sonreí –Te amo– suspiré.

–¿Por qué estamos durmiendo con jeans?– se rió.

–Porque anoche vinimos a casa, querías sexo de recompensa por tu acto de valentía, así que dije que te quitaría el castigo– se recostó a mi lado –Nos quitamos los zapatos y las camisetas, besé tu cuello hasta llegar a la cama y te quedaste profundamente dormida sobre mí– hice un puchero.

–Perdón– tomó mi mano.

–Estabas cansada, necesitabas dormir– entrelacé nuestros dedos.

–¿Vamos a comer y luego al centro comercial para comprarle las cosas a Lyra?– asintió.

———

–Ese– dije apuntándolo y Katie negó.

–No puedes comprarle el último modelo, probablemente nunca ha tenido un celular y no debe saber cómo ocuparlo– reí.

–Mi amor...solo a los mayores les cuesta ponerse al corriente con la tecnología– dije burlándome.

solo a los mayores les cuesta ponerse al corriente con la tecnología– dije burlándome

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–¿Quieres que termine de partirte el labio?– dijo en el mismo tono y reí.

–Si es de tanto restregarlo contra tu clítoris, por favor– rió girando los ojos.

–Deja de llamarme vieja y compra rápido– besé sus labios suavemente y caminé hacia el vendedor para pedir el computador portátil, el celular y la tablet. Cuando fui a pagar la compra decidí agregar algunas cosas más y tuve que pedir un carrito para llevar todo al auto.

Pagué con mi tarjeta y luego fui buscando a Katie, quien tenía algunas bolsas.

–¿Por qué tienes un...– la interrumpí.

Lugar de paz -KATIE MCGRATH Y TÚ-Where stories live. Discover now