Capítulo 43

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Lanzo puñetazos tres veces seguidas a la bolsa de boxeo y una patada lateral para rematar. Ese maldito, manipulador y altanero. Ajusto el abrojo del guante con ayuda de mis dientes y vuelvo a aporrear aquel material duro; derecha, derecha, izquierda, derecha. Regulo mi respiración y detengo mis movimientos abrazándome al saco, cuando escucho el tono del celular por décima vez. ¿Ahora qué? 

Me quito las manoplas dejándolas sobre la mesa y deslizo el cierre de mi cartera para sacar aquel aparato, ese que debí silenciar a penas ingresé al gimnasio para que no me distraiga, encontrándome con cada mensaje protagonista de tan molesto ruido. Abro el panel de notificaciones y me encuentro con el contacto de mi mejor amiga, o mejor dicho fotos, de las cuales sospecho saber su contenido. Me adentro en el chat y mis suposiciones son ciertas. 

Fotos de pasteles de boda y decoración temática, recién sacadas de la tienda más famosa de la ciudad, razones por las cuales no me acompañó al entrenamiento hoy. Ella hace exactamente un mes que está muy emocionada por la propuesta que su novia le hizo, una que respondió afirmativamente y sorprendió a todos de distinta forma. Yo me encontraba muy feliz por ella, de verdad hacen una hermosa pareja y más allá de su corta edad, creo que son la una para la otra y es una decisión correcta. Doy mi sincera opinión sobre cada uno de los productos a sabiendas de que esa era su intención, cumpliendo en parte con mi deber de madrina y cierro la conversación luego de una despedida llena de emojis de corazón. 

Abro el último mensaje que tenía, proveniente éste de un número desconocido, pero que al instante reconozco gracias a la foto de perfil. No la tenía en mis contactos pero quedó grabada nuestra última conversación; que fue hace unos cuantos días sobre si su adorable pastor alemán ya había salido de la peluquería canina, y si me dirigía con él a su casa, obteniendo un simple "sí" de mi parte. ¿Por qué entonces Caroline estaría pidiéndome de la nada, textualmente, que vaya urgentemente a su casa? ¿Le habrá ocurrido algo a James? ¿Habrá el si quiera vuelto a casa? 

Mi piel se eriza y como una boba sin dudarlo un segundo, comienzo a tomar mis cosas para salir del lugar, trotando hasta la salida. Por el apuro no tuve la oportunidad de tomar una ducha para quitarme el sudor, así que decido desabrochar la campera y atarla a mi cintura, evitando así que transpire más. Me detengo en la parada del autobús revisando el reloj de mi muñeca, pero la mente que me va a mil por hora, deduce que éste demoraría treinta minutos en llegar aquí y al menos unos treinta minutos más para llegar a mi destino; por lo tanto, corro hacia la avenida para conseguir un taxi.

Por primera vez desde que vivo aquí, uno de ellos frena al momento en el que me ve e instantáneamente me subo, dándole al chofer la dirección de mi jefe. Suspiro y trueno mis dedos para tratar de calmarme. Todo el estrés, la ansiedad y la impotencia que intenté liberar hace un rato con el deporte, acaban de volver. Otra vez salgo detrás de Henderson como una posesa, sin importar qué este haciendo en el momento, sin al menos tener la certeza de que algo malo sucede con él y es entonces, cuando confirmo estar totalmente jodida. Debería simplemente haber llamado para preguntar qué sucedía o ignorar aquel texto. Quizá solo me escribió para pedirme algo, porque obviamente, para preguntar cómo estuvo mi día no es una opción. Ese hombre me afecta más de lo que me gustaría admitir y me auto-regaño por ello. Pero aun así aquí estoy: bajándome del auto arrojándole el dinero en la cara al pobre hombre para luego bajar a toda velocidad y dirigirme hacia la puerta de aquella mansión, golpeando repetidas veces.

Cuando me doy cuenta de que ésta está entre abierta, me adentro al lugar enseguida, inspeccionando todo con cada paso que doy. Termino en la sala de estar y quedo estupefacta. Suelto una risa desganada y niego varias veces, cuando me percato de que esperando encontrarme con alguna emergencia, lo único que veo es a ese hombre. Aquel que ronda en mis sueños y pesadillas, sentado como si nada en el sillón de cuero, como el rey que se cree que es, con una copa de vino tinto en la mano y un habano en la otra. Dejo caer mi bolso al piso sin importarme ya nada, y haciendo crujir mi cuello, desato el nudo de la campera para que ésta también acompañe a mi equipaje.

Cruzo mis brazos y lo analizo brevemente. Debería ser ilegal que se viese tan caliente todo el tiempo, no me permite mantenerme en mis cabales -¿De verdad tomaste el celular de tu esposa?- doy pasos cortos intentando así intimidarlo como él suele hacerlo conmigo -Creí que ya no jugarías conmigo-

Lo único que alumbra la casa es una serie de lámparas postradas en la pared, de luz cálida que hace juego con la temperatura del lugar y aumenta la tensión sexual entre nosotros que ninguno de los dos podría negar. Ríe forzadamente y agita la copa, viéndome con esa mirada perversa que tanto me gusta y enoja a la vez -No cariño, dije que no te haría daño. Pero sí jugaré contigo ahora, de hecho, no seré el único que lo haga-

Su sentencia es sellada con el repiqueteo de unos tacones, los cuales me resultan familiares. Giro mi cabeza con dirección a la escalera y me encuentro con la mismísima Caroline Wyatt; quien a pasos delicados, lentos y sensuales, baja por ellas con un hermoso conjunto de encaje negro casi transparente dejándome boquiabierta. ¿Pero qué?

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Uy uy uy uy. 

Nada que decir damas y caballeros.

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Lxs amo ❤


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