Capítulo 19

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Aparto la vista de la ventanilla cuando la radio del coche emite un viejo blues -rompiendo el silencio incómodo que se había formado- llamando mi atención por unos segundos, intentando recordar el nombre del mismo. Dirijo mi vista, sin querer, a mi jefe en el asiento del conductor. Él no me "responde", pero sé que nota mis ojos sobre él porque empuja su mejilla con la lengua y niega.

Mierda, ¿por qué no me habla? ¿No tendrá un tema de conversación? ¿Será que está pensando en lo que ocurrió? ¿O simplemente me ignora porque sí? Decido pensar en ello luego y me distraigo mirando por la ventana. Leo los carteles luminosos que nunca descansan, reconozco el delicioso olor a pan caliente de la vieja pastelería, el viento sur que hace mover las hojas de los árboles y repentinamente; la bendita mano de James Henderson apretando suavemente el interior de mi muslo, provocando que deje de respirar correctamente.

Y en ese entonces, distingo el anillo de compromiso que adorna su dedo anular, el cual estuve ignorando todo este tiempo. La realidad me cae como un balde de agua fría y reconozco en el lío al cual me metí, ¿cómo es que caí tan rápido en su juego?

El auto estaciona frente al gran edificio, agarro mis archivos junto a mi bolso y ambos salimos, para dirigirnos a la entrada. Posa una mano sobre mi espalda baja y entramos a la recepción. Él agacha levemente su cabeza al pasar frente a los empleados, mientras que yo saludo a mis compañeros con una sonrisa. Me suelta sin esbozar una palabra y se dirige a los sillones de la sala, y al seguir sus pasos con la mirada, veo a los nuevos socios haciendo tiempo allí. Al parecer, el señor Henderson ya sabía que ellos estarían esperándolo.

Por lo que logro escuchar, algo en las cuentas ha ido mal y están recriminándole furiosos, pero James con unas cuantas palabras logra domar a la "bestia". Así es como reafirmo mi teoría de que nació para hacer negocios. Su mirada fría y calculadora capaz de resolver problemas que aún no ocurren, sumada a la seguridad y el profesionalismo que lo caracterizan, al ser un conocedor de la materia; hacen que cualquiera caiga a sus pies en todos los sentidos. Por ello es que pudo fundar una empresa desde cero y llevarla a donde se encuentra ahora, lo más alto.

Sonrío orgullosa y me dirijo al mostrador, donde Cinthia se encuentra con su celular en manos. Espero unos segundos para ver si nota mi presencia, repiqueteando mis uñas en la madera, pero me ignora. Carraspeo y la saludo con un "buenas" alargando la letra "s" y entonces levanta la vista, tomándose su tiempo.

Finge que no me ha escuchado y al darse cuenta de que era yo, pone los ojos en blanco-¿Qué quieres?- su vista vuelve al aparato.

-¡Buen día para ti también! Yo estoy bien, gracias por preguntar, con un poco de fatiga pero eso siempre. ¿Y tú cómo estás? ¡Radiante por lo que veo!- intento sacarle una sonrisa con mi sarcasmo, pero fallo completamente, así que continuo con un poco más de seriedad –Necesito que me hagas el inmenso favor de ir a la casa del señor Henderson a llevar estos documentos junto a las patentes, están equivocados y el lugar donde los pidió confundió las direcciones, tiene que pedir unos nuevos-

Cinthia revienta el globo que estaba haciendo con el chicle y analiza el paquete –Estoy muy ocupada ahora princesita, hazlo tú misma-

Suspiro y cuento hasta diez, es muy temprano para lidiar con ella y es mi último recurso –Yo no puedo, de verdad tengo mucho trabajo que hacer y además no tengo en qué ir hasta allá, un autobús tardará horas y a ti te dejan usar la camioneta de mensajería- acudo a juntar mis manos y a hacer un puchero en señal de súplica.

-Si no es molestia, yo puedo llevarla a donde necesite ir-

La recepcionista cambia su postura a una mejor, arroja el celular al mostrador y acomoda su cabello disimuladamente, cuando una terciopelada voz con un estupendo acento aparece en escena. John Moreau, el dueño de aquella interrupción, se encuentra a mi lado, con sus manos en los bolsillos de la chaqueta. Deja su maletín sobre un banquillo y se dirige a mí para estrechar nuestras manos.

-Buenos días señorita Jones- deposita un beso sobre el dorso de mi mano y me regala una sonrisa sin mostrar sus dientes.

Dejo de saludarlo cuando siento mi mano sudar y tardo unos segundos en contestar –Buenos días para usted también señor-

-¡Sí! ¡Buenos días!- la voz de Cinthia nos interrumpe, tratando de llamar la atención de John. Éste en señal de amabilidad, devuelve el saludo, sin apartar la vista de mí.

-Disculpe que haya estado escuchando la conversación, pero si usted quiere, yo puedo llevarla a donde necesite ir- Moreau propone nuevamente –Así también tendré tiempo para conocerla un poco más-

Muerdo mi labio ante la tentadora oferta y es que pensándolo bien, hay una fecha límite para conseguir el reembolso y de verdad necesito enviar este paquete, a sabiendas de que Cinthia no me hará el favor.

Asiento y agarro los documentos, para dirigirme a la salida seguida por él –Sería estupendo, muchas...-

-Muchasgracias, pero, no gracias. No será necesario- cruzado de brazos y muy pocofeliz, Henderson se hace escuchar y es quien le contesta a Moreau por mí,deteniendo nuestros pasos.

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Hola! Otra vez yo, acompañada de un nuevo capítulo.

Gracias por el apoyo, las leídas, los votos y los comentarios!

Lxs amo ❤

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