Capítulo 6 -EDITADO-

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Ya nos encontrábamos en nuestro lugar asignado, pero Henderson se quedó poco tiempo a mi lado, ya que prefirió ir a saludar al resto de sus empleados. Yo opté por quedarme en mi asiento, puesto a que una de las chicas de recursos humanos me sacó tema de conversación. Regresó en el momento que los mozos comenzaron a pasearse entre las mesas con la comida, pues tal parece que esperaban que llegase el jefazo para comenzar a servir.

Los aperitivos estaban igual de espléndidos que el resto del evento, el plato principal era para chuparse los dedos y el postre no parecía de este planeta. La atención de los muchachos, sumado a la variedad en los platillos cargados del arte culinario del chef, hicieron que se lleve un aplauso de parte de todos los presentes cuando salió de la cocina para darse a conocer.

El DJ comenzó a subir la música cuando se dio cuenta de que ya estábamos todos con las panzas llenas. Acompañó su selección de canciones con un espectáculo de luces y hielo seco en la pista, provocando que los comensales no pudiesen negarse a bailar.

- Todo ese trabajo valió la pena Jones. Jamás había asistido a un evento que convine la elegancia y la diversión al mismo tiempo como este lo hace - James voltea a verme y yo me congelo. No había hablado conmigo desde que llegamos - hice bien en dejar esto en tus manos. No veo sonreír al viejo Julius así desde que cambiamos toda la maquinaria en el taller -.

Antes de que pueda responder a sus halagos, toman el hombro de mí jefe, haciendo que este deje de observarme y se voltee para encontrarse con uno de sus nuevos accionistas. Mi cerebro comienza a trabajar inmediatamente y rebusca en las tarjetas de contactos que memoricé toda la semana, ya que ese fue mi trabajo. Debía estudiar a fondo a los tres caballeros que viajaron desde distintas partes del mundo sólo para cerrar un trato multimillonario con mi jefe y, por ende, con nuestra empresa. Luego de divagar tanto, reconozco al señor.

Taiga Yuan es quien lo abraza, oriundo de Japón, de unos cincuenta y siete años, casado y con tres hijos. Inversionista. No es un fanático de los autos, pero sí de ganar y producir más dinero. Luego se acerca Alonzo De Luca, con quien estrecha su mano: nació en Italia, pero viaja constantemente a este país por trabajo. Corredor de Fórmula 1, multimillonario, se asocia a cualquier cosa que tenga que ver con motores, de cuarenta y dos años, divorciado y sin hijos. Y, por último, John Moreau. Madre santa, qué hombre.

El trío de sujetos es completamente admirable. Todos ellos son súper deslumbrantes tanto profesionalmente como personalmente, pero mí vista se fijó especialmente en Moreau. Proveniente de Francia, es conocido mundialmente por su trabajo en avances mecánicos en la industria automotriz, y por lo que puedo notar, es más apuesto en persona que en las fotos de Internet. De treinta y tres años... y nada más. No pude encontrar más información sobre él. No hay fotos con alguna pareja, ni hijos, ni siquiera perros.

Me veo fuera del grupo cuando comienzan a hablar entre ellos, por lo que me distraigo ingiriendo de la bebida burbujeante que volvieron a servirme. Los mozos no permitían que nadie tuviese su copa vacía. Siento la mano de mí jefe nuevamente en mí cintura, haciendo que me sobresalte. Me incita a levantarme de mi asiento y acompañarlos en la charla.

- Señores, ella es Myrna Jones, mí asistente personal y la responsable de esta increíble velada - dice, animándome a saludar a cada uno.

Sorprendida ante el reconocimiento que James me da, trato de verme segura y profesional al dirigirme a los empresarios, aunque este temblando como un chihuahua. Me inclino ante el señor Yuan, dándole un pequeño saludo en su idioma y repitiendo esta acción con el resto de los asociados, dejándolos bastante sorprendidos. Practiqué muchos idiomas durante mis estudios, pero durante estas semanas, me dediqué de lleno a los suyos. Creo que se me da bastante bien, y no sería la primera vez que me relaciono con otras personas hablando en su idioma nativo. Recibo varios cumplidos por la organización de la fiesta, por lo que les agradezco con una sonrisa cálida y un firme apretón de manos demostrando firmeza, pero esa confianza se derrite cuando esta vez me dirijo a Moreau.

Sentía una mirada mucho más pesada que las otras al llegar al salón y ahora no dudo en que haya sido la de él. Trago duro y extiendo mí mano para saludar, pero la voltea y deposita un beso sobre el dorso de la misma. Me sonrojo ante tal inesperado gesto y sonrío.

- Un plaisir de te connaître - esboza en un acento perfecto, dejándome casi en vergüenza por mí posible mala pronunciación al querer responderle en francés. *

Pero el viento se lleva mis palabras, puesto a que Henderson sostiene un poco más fuerte mí cintura y me desconcentra. Lo miro confundida ante aquella intromisión y procedo a gestualizar una disculpa hacia Moreau.

- Señorita Jones, ¿por qué no disfruta de la barra de bebidas mientras retomo la charla con los señores? - me aconseja tratando de ser sutil, pero no lo logra.

Confundida, saludo al grupo por última vez y sigo sus órdenes sin rechistar. Definitivamente necesito un trago. O tal vez dos.

¿Por qué me dejó de lado? Él fue quien me presentó a sus socios en primer lugar y yo solo quise dar una buena impresión... aunque, quizá lo de hablarles en su idioma estuvo fuera de lugar. ¿Y si los ofendí? ¿Y si no se me entendió lo que decía? Siento un poco de vergüenza e incomodidad al pensar en ello, tal vez luego deba pedirles perdón. Decido olvidarme por un instante de lo sucedido y matar el tiempo degustando la carta de tragos que los bármanes ofrecían, ya que Blair no pudo asistir al evento por un problema personal, esto será un poco aburrido sin sus comentarios divertidos.

Me encuentro distraída observando todo el lugar, cerciorándome de que todo siguiera marchando como corresponde y que nadie necesite de mi ayuda. Pero mi manía de que todo estuviese perfecto, se ve interrumpida cuando John aparece en mi campo de visión y se sienta en la banqueta de al lado, pidiéndole al cantinero un Martini.

- Todo está funcionando correctamente, señorita Jones, despreocúpese - expresa optimista, mientras agarra el trago ya listo y toma un sorbo del mismo - y espero no le moleste que la acompañe -.

Sonrío al escuchar las palabras que no sabía que necesitaba - no señor, claro que no me molesta. Y gracias por decírmelo, pero, a veces no puedo evitar controlarlo todo - dirijo mi vista a la copa de vino y bebo de ella.

- Dime John por favor - pero su tono alegre cambia a uno preocupado - ¿se encuentra usted bien? - me pregunta ladeando su cabeza.

Tomo otro sorbo de mi bebida para tranquilizarme - bueno yo, sí creo que sí - miento seguido de una mueca que le resta importancia a su pregunta.

No está conforme con mi contestación - lo lamento bella dama, pero me cuesta creerle - termina el líquido restante en su vaso de una sola vez y se dirige a mí - ¿Qué le parece si le invito una copa?, me cuenta qué es lo que realmente sucede y, por último; si usted quiere, me acompaña a bailar -.

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