Capítulo 7 -EDITADO-

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Lo miro un tanto sorprendida por su deducción y asiento, accediendo a su propuesta. Enseguida le hace un gesto al barman para que nos sirva dos tragos y me invita a continuar – comenzando por lo más obvio, yo organicé el evento, así que claramente me preocupo porque todo salga bien. Se que ha quedado tal y como lo imaginaba, e incluso todos los invitados se están divirtiendo y han respetado el código de vestimenta, lo cual me alegra mucho – explico entre sorbo y sorbo – pero no me veía a mí misma dentro de ese código. No me siento cómoda aquí, es como si estuviese disfrazada ¿sabe? Como si estuviese fuera de lugar. Además de nosotros, los empleados, el resto de los invitados son muy exitosos e importantes, no aparentan ser algo que no son. Yo sí. Realmente quería encajar para caerles bien, pero James me hizo saber que fallé cuando me sacó del círculo -.

Ha escuchado cada una de mis palabras con atención y hace una mueca a la hora de responderme – no sea modesta, si su esposo no hubiese mencionado que era su secretaria, yo seguiría creyendo que era una mujer muy importante en el mundo de los negocios o incluso alguna de esas modelos famosas que asisten a eventos de esta índole solo por los flashes de las cámaras -.

Suelto una sonora carcajada al escuchar su comparación y finalizo mi trago. Me agrada este hombre y su sentido del humor.

- Bueno, lo decía enserio, pero me alegra haberla hecho reír - dice guiñándome un ojo.

Me sonrojo por ese gesto, pero frunzo el ceño una vez que analizo sus palabras, ¿mi qué? – oh no, está confundido, no estoy casada con el señor Henderson. Sólo es mi jefe, su esposa no ha podido asistir a la velada hoy y por eso me pidió que lo acompañe. Por eso llegamos juntos - le aclaro rápidamente, para que en el futuro no meta la pata.

- Es bueno saber eso - confiesa, haciéndole señas al cantinero para pedirle dos copas más – y ya terminé el rompecabezas. Eso es lo que la atosiga realmente, ¿verdad? No el aparentar ser alguien importante, sino, está incómoda porque vino con él. James, creo yo, está cuidando de su acompañante y por eso actuó como actuó. De una forma muy rara, eso no queda en discusión, pero así es el. Lo conozco de hace tiempo -.

Pruebo mi trago y estos parecen venir cada vez más deliciosos - elemental mi querido Watson. Bueno, supongo. No me pidas que explique el comportamiento de James porque ni yo lo entiendo, pero acertaste con el verdadero motivo - reflexiono mientras dibujo el contorno de la copa, evitando mirarlo a los ojos - me parece un tanto indebido e incluso digno de malinterpretar por mis compañeros de trabajo. Ya sabe, el cliché del jefe engañando a su esposa con la secretaria -.

Me volteo y nuestras miradas se conectan, demostrándome que entiende mi punto de vista y que realmente está interesado. Cuando termino, vuelve a contradecirme – es sólo una noche, Jones, no mal piense la situación. Despreocúpese por lo que van a suponer ellos, las personas siempre se meterán en los asuntos de los demás antes que los suyos. Además, me parece muy noble que se angustie porque crean eso, habla muy bien de usted como mujer al cuidar la reputación de la esposa. No me parece indebido que un jefe tenga buena relación con su secretaria, lo prefiero mil veces a que ellos crean que son sus esclavas - termina lo que tiene en la copa, se levanta y acomodando su traje, extiende la mano - y para demostrar mi teoría, por favor, acompáñeme a la pista. Ya no aguanto las ganas de bailar -.

¿Este hombre es real? Pestañeo varias veces para procesar lo que está ocurriendo. De manera fugaz e inexplicablemente, busco a James en el inmenso salón. Sacudo mi cabeza para borrarlo de mis pensamientos y tomo su mano– será un placer. Lo prometido es deuda - lo imito y acabo lo que tenía en mi vaso.

Sonriente nos conduce al medio de la pista, repleta de trabajadores y trabajadoras de la empresa que comenzaban a darle una pizca de informalidad a tan fantástica fiesta. Aun tomados de la mano, con la otra me sostiene por la cintura y comienza a movernos animadamente al ritmo de la música. Nos reímos al darnos cuenta de que ninguno de los dos coordina los pasos.

Luego de tres piezas bastante moviditas, continúa una mucho más lenta, pareciendo ésta del tipo que le gusta al francés; ya que los torpes movimientos de antes, se vuelven agiles y mucho más sensuales, dejándome atrás al intentar seguirlo. Notando mi incomodidad al fracasar, Moreau me alza sólo unos centímetros del piso y me posa sobre sus pies para que lo pise. Ante la sorpresa, rodeo su cuello con mis brazos. Ya no tengo equilibrio.

Quedamos cara a cara y rio asustada - voy a hacerte... daño con los tacones - agacho la cabeza, no creyendo que se atreviese a tanto - y ahora, esto sí que es indebido, ¿no te parece? - suspiro para calmar mi acelerado corazón, pero no logro escuchar su respuesta, ya que alguien toma mi brazo y me separa del apuesto muchacho. Mis pies no logran coordinar con los pasos rápidos de aquel entrometido.

Me mareo un poco por el movimiento y deduzco que es el alcohol, pues no acostumbro a tomar tanto. Mejor dicho, necesitaba unos tragos, me dejé llevar y ahora estoy pagando las consecuencias. Giro mi rostro para insultar a esa persona, hasta que noto que es el señor Henderson quien me ha apartado de tan especial escena y nos conduce a la zona con menos gente del salón: un pequeño rincón con una barra, sillones, luces led y decoraciones en el techo, que estaba destinado a ocultar las partes visualmente poco agradables del viejo salón.

Me apoyo sobre la barra cuando el susodicho me suelta y me preparo para la contienda. Se ve completamente furioso, como siempre, pero a un nuevo nivel. Su rostro serio me da risa y sin poder contenerme más, suelto una carcajada, que se detiene cuando comienzo a hipar. ¿En qué momento me puse tan ebria si...? Oh.

- Cuando dije que disfrutes de la barra, no creí que te lo tomarías tan a pecho - espeta medio irritado, medio divertido. Agarrándome por la cintura, me levanta para sentarme en una banqueta. Acomoda la cola de mi vestido para que no me tironeara y yo enredo mis brazos en su nuca, ignorando el escalofrío que recorre mi cuerpo cada vez que él está cerca.

- ¿Por qué me...? - trato de hablar correctamente, pero el hipo hace de las suyas - ¿sacaste de la pista si yo, estaba bailando? - hago un puchero cuando lo atraigo más a mi cuerpo, sin percatarme de lo lejos que estoy yendo.

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