Capítulo 14 -EDITADO-

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Cualquiera que me haya prestado atención durante el transcurso de la mañana fácilmente podría deducir que estoy loca. Y puede que tenga razón. La paranoia se apoderó de mi cerebro y lo está manejando a su antojo. No puedo controlarlo. Asomo la cabeza por encima de mi escritorio -como por décimo quinta vez- para ver la oficina de mi jefe.

Hoy es lunes. Normalmente las manos no me alcanzan para cumplir con todas mis tareas y resolver problemas que se presentan, extrañamente, sólo el día que le sigue al fin de semana de descanso. Pero nada grave a ocurrido hasta ahora y ya casi está finalizando mi horario. Esto es muy extraño, ¿por qué no ha llamado aún?, ¿está evitándome?, ¿me observa? Es decir, el trabajo no ha mermado para nada, no es que esté pidiendo más de lo que ya tengo, pero es muy común que el jefe pida por mí durante la jornada laboral al menos unas cuantas veces sin importar que sea para una tontería o para algo realmente importante. Por lo tanto, es claro que algo anda mal.

No logro divisar su figura a través del inmenso vidrio esmerilado así que decido inclinarme en la silla un poco más, pero mi peso vence a las rueditas, provocando que casi caiga al suelo. Gracias al cielo mis reflejos se activaron a tiempo y logré agarrarme del armario. Actúo como si nada hubiese ocurrido, pero el muchacho de seguridad definitivamente tendrá nuevo material para su canal de YouTube. Bien, creo que ya fue suficiente, debo dejar de distraerme. Reviso que el asiento no se haya dañado y vuelvo a colocar mi cuerpo cerca del pupitre. Comienzo a engrapar y sellar papeles que me enviaron de contabilidad, a pesar de que casi sea la hora de irme.

Oh. Qué casualidad... requiero de su firma para estos gráficos. Quién lo diría. Mejor hecho otro vistazo para ver si aún sigue ocupado, no puedo permitir que se demore esta información, debe ser revisada urgentemente. No me va a quedar otra opción que interrumpirlo. Me dirijo a su puerta y el cristal a los costados, esta vez, me hace los honores. Distingo su silueta yendo de un lado al otro. Tal vez está hablando por teléfono, quizá hizo eso toda la mañana y por eso no requirió de mis servicios. Sí, tal vez sea eso, y no que está fingiendo que lo de ayer no ocurrió.

Pero mi memoria no me engaña. Sí ocurrió. Ayer luego de la intensa charla, caricias, besos y mi respuesta que no fue una respuesta; sin esbozar una palabra más sobre el tema, tomó las llaves de su auto y me llevó hasta mi hogar. Siempre caballeroso, el trato no fue malo, simplemente no se discutió más sobre la propuesta. Creo que realmente estaba muy seguro de lo que iba a elegir y por ello no siguió insistiendo, respetando mi decisión de contestarle hoy. Aunque, justamente hoy, sólo me ha dirigido la palabra para darme los buenos días cuando llegó a la oficina. Luego se encerró en su despacho y hasta ahora no he interactuado con él.

Eso me hace pensar en qué pasará si le digo que sí. No puedo negar que tiene razón al decir que ambos queremos vincularnos en cierta forma, pero hay muchas cosas que nos juegan en contra. Por ejemplo, ¿el trato sería siempre de esta forma?, ¿qué pasa si a alguno de los dos termina no gustándonos el otro?, ¿qué tal si se termina aburriendo de mi o yo quiero terminar con él antes de lo acordado?, ¿tendrá la libertad de despedirme, así como si nada? No, definitivamente tenemos que hablar.

Junto todos mis pensamientos y trato de acomodarlos en mi cabeza para poder hacerle un planteo coherente y no quedar como una tonta. A ellos le sumo valentía y decisión. Para aumentar mi confianza, acomodo mi cabello y aliso mi falda. Obviamente tengo que tener una excusa para irrumpir en su oficina, así que tomo los gráficos antes mencionados y los coloco en su folio original, tomo un memo y escribo sobre él lo que tiene que hacer. Pego el papel autoadhesivo sobre los documentos y ya estoy preparada para la confrontación.

Libero el nerviosismo a través de un suspiro y toco la puerta de su despacho. Del otro lado se escucha un "adelante" e ingreso, repasando mentalmente mi estrategia. Él sigue conversando por el móvil, pero, aun así, hace señas para que tome asiento. Parece que esto tomará un tiempo, o al menos eso puedo suponer por sus caras de enfado, no porque esté escuchando la llamada. Por más que quisiera chismosear, está hablando en otro idioma que no conozco, así que se me hace imposible entenderle. Sí, como ya dije antes, es el combo completo.

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