Capítulo 17

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Éste capítulo contiene material explícito, lees bajo tu responsabilidad.

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James acelera el vaivén de sus dedos, mientras que con su pulgar acaricia mi punto sensible, provocando que mis piernas tiemblen. Levanto mi cabeza de la almohada repentinamente al escuchar el elástico de mis bragas siendo eliminadas de la escena, pero vuelvo a recostarme cuando retoma sus acciones y siento sus labios degustando mi centro húmedo, con una delicadeza y lentitud que logran sacarme de quicio.

Gruñendo se arrodilla sobre la cama para quitarse la camisa; desabrochando botón por botón mientras me observa atada de manos, completamente desnuda y con la respiración agitada, probablemente cubierta de sudor y –como si no se notase- desesperada por volver a sentir su calor envolviendo mi cuerpo. Decide verme a los ojos mientras se acomoda mejor en el colchón y mueve sus brazos por debajo de mis piernas, colocando sus manos sobre mis muslos y sosteniendo los mismos para que no me mueva.

Recorre cada centímetro con su boca, haciendo que me retuerza e intente cerrar mis piernas, pero cada vez que lo hago, él las abre aún más. También trato de librarme de las ataduras para poder tocarlo, pero el leve ardor de mis muñecas me recuerdan que luchar es en vano. Volteo a ver el iluminado espejo que está en mi tocador y al notar tan erótica escena, muerdo mi labio inferior para evitar un escandaloso gemido.

En el reflejo noto que él se percató de mi atrevimiento, por lo que vuelvo la vista y él sonriendo se aproxima a mi rostro para besarme con la misma intensidad de siempre, mientras que vuelve a acariciarme con sus dedos –Prométeme que no te arrepentirás de esto luego y que dirás que si, por favor, porque estoy a punto de hacerte mía y estoy seguro de que no será la última vez- quita su mano de entre mis piernas y chupa sus dedos, sin desviar su mirada de la mía.

Jadeo extasiada y asiento frenéticamente, sin darme tiempo a procesarlo como tanto quería –Si señor, lo prometo- esbozo tratando de normalizar mi respiración.

El millonario deposita un beso en mi mejilla a la vez que desata la corbata, liberándome. Pero contra todo pronóstico, ata mis manos entre sí detrás de mi espalda y me da la vuelta, colocándome en cuatro patas. Alzo la vista encontrándome cara a cara con el espejo, donde puedo verme con el culo en popa y a él detrás de mí. Supongo que baja sus pantalones al escuchar la hebilla de su cinturón siendo desabrochada, a la vez que lo observo rasgando el empaque de un condón con sus dientes.

James me toma por el cuello pegándome a su cuerpo, rozándome sin querer con su erección. Con la otra mano separa mis muslos y desliza uno de sus dedos en mi hendidura, lubricando la zona -¿Cómo quieres que me controle o espere un poco más si con sólo un roce de tus labios me pongo duro como una roca?- rio ante aquella confesión y trago duro cuando aprieta un poco más. Agarrándome por la espalda hace que me incline, indicándome que debía apoyar mi vientre en el colchón –Ahora voy a cogerte tal y como te lo prometí, oh sí que lo haré, pero no quitarás la vista del espejo mientras lo hago porque si no habrá consecuencias ¿me has comprendido?-

Es que todas aquellas amenazas obscenas no eran simples palabras no, eran afirmaciones de las cuales estaba muy segura de que iba a cumplir, y por muy mal que eso esté, yo agradecía aquello –Sí señor-

Busco estabilidad descansando mi mejilla contra el edredón, ya que me tomó por sorpresa al introducirse completamente en mí de una sola vez, pero recuerdo su advertencia y regreso la vista al espejo. Un pequeño grito hace eco en la habitación y lo acompaña una lagrimilla que se escapa de mi ojo ante el placentero choque, y con un demonio, incluso él cerró sus ojos y soltó un gimoteo que me volvió loca.

El vaivén de su cadera no pierde el ritmo en ningún momento y mi cabello comienza a molestar por las intensas embestidas, al igual que mis pechos aplastados por el colchón. James nota mi incomodidad y desata mis muñecas, me pega a su cuerpo y rodea mi delantera con su brazo, sin detener sus movimientos –Córrete para mi preciosa, hazlo-

Acaricia mi punto de placer con su dedo índice y muerde el lóbulo de mi oreja. Me pierdo en un éxtasis al sentir su respiración agitada en mi oído, sus músculos contraídos rodeándome como si no fuese a soltarme nunca y la forma en que me mira victorioso, satisfecho. Mi vientre se contrae, y sin darme tiempo a poder advertirle, llego al límite. 

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No saben la banda de problemas que he tenido este mes, pero increíblemente volví y no me arrepiento de ello. Perdonen la demora y gracias por el apoyo, lxs amo ❤

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