Capítulo 20

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-Oh vamos Henderson, no tengo ningún problema con llevarla hasta donde la señorita solicite ir, será mucho más rápido y seguro que en un autobús. El problema ya se resolvió y tenemos unas dos horas hasta la siguiente reunión, así que estoy desocupado- John golpea el hombro de mi jefe con toda confianza y luego toma los documentos de mis manos, haciendo que me sobresalte. –La devolveré sana y salva, je le promets*-

James no esboza una sola palabra ante la mirada pícara del extranjero, porque su mirada lo dice todo. Si ésta fuesen cuchillas, Moreau ya estaría bajo tierra hace rato. Él dirige su vista a mí e instantáneamente me hago chiquita, un frío recorre mi espina dorsal y aprieto mis labios. Noto que espera una respuesta de mi parte, pero no me veo en condiciones de opinar algo por la forma en la que me mira.

Entonces considero evitar una pelea física entre ambos dos y decido hablar con calma, mirando directamente a sus ojos –Señor- carraspeo cuando mi voz sale demasiado fina y agarro la carpeta que me fue arrebatada, mostrándole el interior de la misma –Usted ayer me encargó que lleve estas matrículas a su casa para ésta mañana y, no he podido hacerlo porque tuve un, inconveniente...-

El millonario cambia la cara de descontento, para reemplazarla por una engreída llena de satisfacción, y aún más cuando me sonrojo el doble. El maldito ha recordado cual fue mi supuesto "inconveniente", invitándome a continuar con mi coartada.

-Por eso creo que el señor Moreau sería de gran ayuda para reparar- trago saliva sin poder evitar que el nerviosismo salga a flote –Mi error, ¿sabe?- ¿Doble sentido? No, no lo creo. O tal vez sí, ya que James al oír la elección de mis palabras, se ha vuelto a poner tenso.

-La quiero aquí en veinte minutos. Ni más, ni menos- asiento varias veces aliviada, ya que no me ha regañado por no haber cumplido mi tarea, que pensándolo bien, mi incumplimiento fue por su repentina visita.

Moreau extiende su brazo, cediéndome el paso, así que sonrío en agradecimiento y nos dirigimos nuevamente a la salida del edificio –Señorita Jones- su voz resuena en cada parte de mi cerebro y giro sobre mis talones. Me mira como si estuviese a punto de devorarme –No se preocupe por su error, hablaremos de ello seriamente a su regreso-.

Ahora mismo no sé si se refiere a que no cumplí con mi tarea o que llamé "error" a nuestro encuentro de anoche; si quiere sancionarme e incluso despedirme o solo "castigarme" como en sus juegos. Con un demonio. Se supone que no debo jugar con fuego, y ahora estoy dentro del incendio.

El francés estaba esperándome fuera de la empresa, y cuando me ve salir sonríe, para luego adentrarnos a su auto. Un Sedán de Mercedes-Benz alterado que la misma compañía le proporcionó, tal y como él había especificado en su contrato.

Una vez dentro dejo el paquete sobre mi regazo y John enciende la radio mientras me coloco el cinturón, pero ésta queda en segundo plano cuando comienza la charla -Lo lamento, no soy de los que tienen a un chofer. Además es un lindo coche y hasta ahora funciona en perfecto, quería examinar el producto finalizado yo mismo- finaliza la frase guiñando un ojo, sin razón aparente, haciéndome sonreír.

Es un poco extraña la situación, por la forma en la que nos comunicamos, como si yo fuese su amiga y no una "compañera" de trabajo. No es el jefe serio y arrogante que trata a todos como seres inferiores a él, es caballeroso y más de una vez ha logrado sacarme una sonrisa con cosas banales ¡y apenas me conoce!

Con toda la confianza del mundo, me atrevo a contestar –Bueno señor espero que sea de su total agrado y al finalizar el mes, desee invertir el doble en él y en su producción- Sonrío aún más y muevo mis manos con gracia sobre el tablero, como si fuese una publicista o promotora.

Mi acompañante pone en marcha el automóvil y me mira incrédulo -¿Está usted tratando de convencerme señorita Jones?- Niego reiteradas veces jugando con él –Oh entonces es una lástima, porque podría pedirme lo que sea y yo lo haría con gusto-

¿Es que acaso todo el mundo va a hablar en doble sentido hoy? Porque de ser así, no creo que mi corazón pueda soportar tanto. El arranque de confianza ha desaparecido, siendo reemplazado por un silencio incómodo luego de aquel comentario, al no saber qué contestar por mi parte. Aun así le sonrío, indicando la ruta para llegar a casa de mi jefe.

John se da cuenta enseguida y por unos segundos, está completamente serio observándome a cada rato, para luego comenzar a hablar nuevamente –Me disculpo por el comentario señorita Jones, estuvo fuera de lugar-

Me volteo rápidamente hacia él y niego –Oh no se preocupe John, de verdad no fue nada- evito que la situación sea aún más rara y decido obviar el tema, recibiendo un asentimiento y una hermosa sonrisa de su parte -¿Le parece si escuchamos un poco de música?-

Subo el volumen del estéreo al escuchar una reconocida canción pop del momento e instantáneamente muevo mi cabeza al ritmo de la música. Completamente sorprendida, de reojo noto que imita mi movimiento y que además, canta parte del estribillo bastante emocionado. Definitivamente éste hombre comienza a gustarme o, tal vez sólo un poco.

Luego de unos minutos de disfrutar del show musical que se montó el francés, llegamos a la residencia Henderson e inevitablemente, un escalofrío me recorre la espina dorsal al recordar lo que pasó aquí hace unos días.

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*lo prometo (o eso creo, porque usé el traductor)


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