Capítulo 8 -EDITADO-

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Mi jefe frunce el ceño y bufa, como si hubiese escuchado la pregunta más estúpida del mundo – estaba evitando que cometa un grave error Jones, me pareció muy poco profesional el trato que manejaba con el señor Moreau, ¿no estaba usted tan preocupada por lo que pensarían los demás? ¿qué cree que están rumoreando ahora que presenciaron aquella escenita? -.

Suelto su cuello bruscamente y me cruzo de brazos devolviéndole el resoplido, porque puedo estar borracha, pero no indefensa – ¿¡con qué tupé habla de errores, profesionalismo y escenitas, si fue usted el que me pidió que fuese su compañera en primer lugar!? Sin que le importase nada, rompiendo su promesa de que me haría disfrutar esta noche – mi uña esculpida apunta directo a su rostro acusatoriamente y el la observa a detalle mientras escucha mi devolución entrecortada por el hipo - ¡porque al menos John si me ha tratado y no como usted, que me convenció con palabras bonitas, pero luego me apartó cómo si fuese un perro callejero! - su cara de burla hace que la sangre en mis venas hierva. El trago que tomé con anterioridad comienza a tener sabor a que, seguramente, él no sabe utilizar los puños como yo.

- John, ¿eh? Vaya, parece que ahora son muy amigos - imita mi tono de voz y le agrega una pizca de sarcasmo.

¿Pero qué es lo que le pasa? – ¡pues sí es mi amigo! Y no entiendo por qué le molesta tanto, usted dijo que me divirtiera y por si no se dio cuenta, ¡aquí solo hay gente del trabajo! Cada uno está con su pareja, o en pequeños grupitos, por lo tanto, no iba a unirme a ellos así sin más. Él fue quien se acercó a mí y yo claramente se lo permití, porque ni siquiera Blair vino. ¿Qué esperaba? ¿Qué bailara con mi sombra? - muevo mucho mis manos, para darle aún más drama.

James deja de sonreír y toma mi rostro con una de sus manos, apretando mis cachetes. Mira directamente mis ojos y hace que mi respiración se corte - hubiese preferido mil veces eso carajo, a tener que presenciar como ese hijo de puta tocaba lo que es de mi propiedad-.

Se me ha quitado el hipo. Pestañeo varias veces intentando que mi cerebro vuelva a funcionar, porque en este momento, se ha olvidado de cómo pronunciar palabras. Y, claramente, el alcohol que se coló en mi sistema no está colaborando mucho. Es más, acaba de transformar la cólera en excitación por arte de magia al escuchar aquella afirmación - ¿qué? -.

Se acerca cada vez más a mí, siento su calor. Inspecciona cada parte de mi rostro indisimuladamente y susurra en mi oído – es usted una mujer muy inteligente como para no entender lo que dije. Haré una excepción esta vez y se lo repetiré para que quede bien claro – mi piel se pone de gallina y coloco la mano en su pecho para intentar apartarlo, o sostenerme, ni yo lo sé - usted me pertenece en todo sentido -.

- No soy suya, señor Henderson – apoyo mis manos sobre las suyas y las aparto de mi rostro – y si lo fuese, usted es muy descuidado con sus cosas, por lo que me perdería fácilmente – finalizo y suelto una carcajada, siguiendo con sus bromas. Porque, es obvio que no está hablando enserio. Sólo está molesto porque interactué con otro hombre de negocios, y quizá creyó que me iría con él a trabajar o algo así – piénselo: si alguien reclama algo como suyo, debería de demostrarlo, ¿no es así? –muerdo mi labio inferior y deslizo mi mano por su torso, para que note que entendí su juego.

James ríe sin poder creer lo que está escuchando y viendo. Humedece sus labios mientras me mira a los ojos por unos segundos – tienes mucha razón preciosa - me toma por la cintura y elevándome, tal y como si fuese una pluma, me baja del asiento - y por eso voy a tener que demostrártelo - entrelaza nuestras manos y me lleva casi corriendo a la salida, ignorando completamente a los que lo notaron.

Esperen, esperen, esperen, paren todo. ¿Qué está pasando? ¿En qué momento me metí a su auto, me puso el cinturón y comenzamos a rodar? ¿A dónde me lleva?

Siento que cualquier frase que salga de mi boca será una estupidez, así que durante todo el camino me mantengo en silencio. Lo noto ansioso, concentrado en llegar a su destino, tal y como si fuese una leona acechando a su presa. Creo que ya no me gusta este juego. Mis manos comienzan a sudar y mi estómago parece una lavadora, mis piernas vuelven a estar inquietas y siento una oleada de calor en, bueno...

El auto estaciona frente su mansión -la cual logro reconocer a pesar del mareo- aunque, por más ebria que esté, es prácticamente imposible de no identificar. Henderson es muy quisquilloso y eso se ve en la forma en la que viste, en los autos que diseña y en cómo le exigió al arquitecto un trabajo perfecto para su hogar. Todo está impecable. La iluminación del frente, las texturas de las paredes, el jardín colorido e incluso el estacionamiento donde se encuentra el coche de Caroline. Mierda. El carro de la futura esposa de mi jefe.

Dirijo mi vista hacia él y la tensión aumenta entre nosotros. James nota mi incomodidad, pero no dice nada al respecto, sólo se limita a negar con la cabeza y bajar del auto luego de ello. Rodea el mismo y abre mi puerta, invitándome a salir. Dudo varios segundos hasta que finalmente tomo su mano y caminamos hasta la puerta de entrada. Realmente no sé qué es lo que está sucediendo conmigo. Parece que esto va muy enserio, y no estoy haciendo nada para detenerlo, o detenerme.

La noche está hermosa e intento buscar la calma en el canto de los grillos y el viento que acaricia mi piel, mientras mi jefe demora en abrir con sus llaves la puerta de la casa. Quizá estoy mal pensado todo, no debo apresurarme, quizá estoy haciéndome la cabeza.

Me invita a pasar, bloquea la puerta con la alarma y procede a acomodar su saco sobre el perchero. Sosteniéndome de una repisa me quito los tacones -ya que mis pies estaban matándome- y aprovecho a ojear la inmensa residencia por dentro. Intento mantenerme calma, tal vez sólo tomemos un café. Él llama mi atención cuando se aproxima a mí por detrás y toma mis zapatos del suelo para colocarlos debajo del mismo mueble, donde también se encuentra el bolso de diseñador de la señorita Wyatt. Carajo.

- Señor yo - cubro mi rostro con ambas manos y las deslizo por mi cabello, acercándome a él - esto no es correcto, no corresponde que esté aquí, y más aun sabiendo que su esposa se encuentra en la casa y ni siquiera sabe de mi presencia -.

James hace caso omiso de mi comentario y acorta la distancia entre nosotros, llegando al punto en el que nuestras respiraciones colisionan, al igual que nuestras bocas. Aprisiona mi cuerpo contra una de las columnas del salón principal. Logra que un quejido se me escape, pero éste es rápidamente silenciado cuando él decide probar nuevamente el sabor de mis labios. Me es imposible seguirle el ritmo, y no sólo por la apasionante forma en la que estamos conectándonos, sino también por la sorpresa que me causó su inesperado movimiento. Apresurado, feroz, exquisito. Tal parece que estuvo esperando mucho tiempo por ello y me lo hace saber.

Aprisiona con su mano dominante mi barbilla para evitar que nos despeguemos y, si es que es posible, tomándome por la cintura me acerca aún más hacia él. Mi torso choca con la firmeza del suyo y siento algo duro rozando mi vientre.

Suelto un jadeo que no pude retener y se separa de mí riendo – guarda silencio cariño, mi esposa está arriba y no querrás despertarla -. 

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