Capítulo 4. [Eternas Coincidencias]

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Mientras leía y releía los papeles que tenía sobre su escritorio, Alonso dibujó una sonrisa, y a su vez llevándose un trago de whisky a su boca. Estuvo horas postrado en su oficina mientras hacía al pago que comúnmente correspondía hacer a finales de mes. Frotó sus sienes con la yema de sus dedos muy ligeramente. Su vista cansada ya le estaba pasando facturas.

-¿Señor?-inquirió una voz detrás de la puerta a medio abrir. La silueta de Avril se dejó ver y Alonso con un movimiento de mano la invitó a pasar-. Me han dicho que quería verme.

-Sí, Avril. Necesito que hagas algo muy discreto para mi-ella asintió-. Lo que te pediré tiene que ser un acuerdo entre ambos, y no quiero a más nadie involucrado en esto, ¿estamos?-volvió a asentir rápidamente-. Quiero que sigas a Macarena esta noche-la mujer lo vio ceñuda, sin entenderlo-. Tendrá una cena con Bárbara, y me ha pedido que quiere ir sola, y no pude negarme. Ella se cree capaz de manejar este tipo de situaciones y no es que dude de su capacidad, pero no me fío del todo-dijo sincero-. Quiero que seas lo más discreta posible, que guardes distancia y que si ocurre o ves algo fuera de lo normal, me llames sin dudarlo y sin esperar tanto-ambos se vieron-. ¿Podrías hacer este trabajo para mi?-Avril agitó la cabeza en señal de asentimiento-. Reconozco que todos estos años has sido una pieza fundamental en mi familia, así como también la cercanía que tienes con mi hija. Eso nos ayudará mucho.

-¿Solo la sigo?-le preguntó directamente.

Alonso asintió.

-Solo tienes que vigilar cada uno de sus movimientos y mantenerme informado-le dijo-. Quiero detalles de absolutamente todo.

-De acuerdo, señor. ¿Puedo irme ya?-le preguntó suavemente mientras. Él aceptó y Avril salió de su oficina, no sin antes tropezar con Macarena que iba entrando fundida en un vestido color celeste. El mismo color de sus ojos. La mujer la observó de pie a cabeza y tragó grueso, mientras Macarena sonreía abiertamente para ella-. Señorita Macarena-Avril le cedió el paso y esta le agradeció-. Con permiso.

-¡Propio!-Alonso y Macarena dijeron al mismo tiempo.

Él se puso de pie y caminó hasta ella para verla mejor.

-¡Qué guapa estás!-la halagó dándole una vuelta-. ¿Vestido nuevo?-la castaña sonrió grandemente.

-Ha sido un obsequio-Alonso abrió los ojos, imaginándose de quién podría ser, cosa que no le extrañó-. Me lo ha regalado...

-Bárbara-se adelantó a sus palabras sonriendo sin mostrar los dientes-. Tiene buen gusto, está hermoso, como tú-le dijo-. ¿Estás preparada para tu cena con ella?

¿Estaba preparada?, Ella ni siquiera podía contener la tormenta que se creaba en su estómago a medida que los minutos corrían.

-Sí, papá. Solo será una cena, nada más-blanqueó los ojos.

-¿Necesitas que alguien te lleve?

-Su chófer pasará por mi-comunicó sonriente-. Solo pasaba a decirte que posiblemente llegue un poco más tarde de lo habitual-Alonso levantó una ceja con disimulo-. Bárbara quiere mostrarme algo luego de nuestra cena.

-Hija...-y evitándose el sermón, Macarena se dió la vuelta dispuesta a irse.

-Estaré bien, no tienes de qué preocuparte. Creí que confiabas en mi.

-Confío en ti, no en las demás personas.

-Entonces tendrás que confiar en que sabré mantenerme al margen si noto algo fuera de lo usual.

-Me preocupa que estés sola-ambos se vieron-, pero está bien, confiaré en que sabrás defenderte si algo pasa.

Macarena lo vio darse la vuelta para volver a su escritorio. A pesar de lo dicho, su semblante era relajado. Ella nunca lo había visto así. Era como si de un momento a otro le dejara de importar su seguridad a pesar que insistía en que se cuidara e informara si algo pasaba. Macarena siempre se preguntó de quién tanto la cuidaba su padre, pero esa vez, lo dejaría pasar y se dedicaría solamente a su cena con Bárbara.

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