Capítulo 20. [Un Juego De Seducción]

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El sonido de la campana de una puerta abriéndose se hizo escuchar por toda la extensión del lugar, sin causar ninguna emoción; habían olvidado su mundo real para sumergirse en otro por algunas horas.

Con la mirada inquieta, Bárbara reconoció la figura de Macarena a unos cuantos pasos de ella. Se veía preciosa, pensó, mientras respiraba hondo, canalizando sus ideas, teniendo unos pequeños síntomas de nervios, y caminó tan despacio, como si quisiera que el camino nunca se le acabará. Macarena llevaba su cabello perfectamente alisado, y su cuerpo estaba fundido en un pantalón color beige, con botas anchas, zapatos de tacón medio, una blusa de tirantes color blanco y un abrigo del mismo color. Sus ojos se veían mucho más celestes que cualquier otro día.

Ella leía uno de sus libros preferidos mientras reposaba su mejilla derecha sobre un puño cerrado, concentrada, y con un Latte justo a su frente.

Sintió la presencia de alguien más detrás, por lo que se obligó a voltear sorprendiéndose al encontrar a Bárbara allí, viéndola, sin decir nada. Una sonrisa por parte de ambas fue inevitable. Los ojos de la castaña la escanearon por cuestiones de segundos y luego se levantó, estirando su mano hacia ella.

—Hola—dijo. Bárbara observó la mano de Macarena delante de ella y la tomó entre la suya, sintiéndola de algún modo después de muchos días. La morena estaba casi segura que era el único acercamiento que tendría con Macarena después de todo.—. Por favor, siéntate.—la invitó señalando una de las sillas disponibles de la mesa—. Me adelanté y ordené algo para mi, espero no te moleste.

—No me molesta—le dijo Bárbara sin dejar de verla. Macarena asintió tomando su café entre sus manos y cerrando su libro—. Gracias por aceptar verme. Sé que estarás pensando que no lo merezco, y puede que tengas razón, pero me sentiría menos culpable si al menos puedo explicarlo.

Macarena la vio. 

—Como tu auto consuelo—le dijo. Bárbara negó.

—No es un consuelo—contestó rápidamente—. No sé cómo acabará esta conversación después de todo lo que tengo para decirte, pero quiero ser sincera por primera vez en mucho tiempo con alguien, y si ese alguien eres tú, mejor. Tú más que nadie lo merece. Más que cualquier otra persona eres tú quien merece toda mi sinceridad y pienso hacerlo si es la última vez que voy a verte—Macarena escucha atentamente sus palabras, que parecían ser reales, si no conociera sus verdaderas intenciones—. Escucha...—Bárbara posó su mano por encima de las de Macarena, quien las alejó sutilmente removiéndose incómoda en la silla viendo hacia los lados. La morena suspiró y prosiguió—. No hice nada con ella. Ni siquiera sé por qué razón terminamos en mi casa. Admito que al principio si quería, o necesitaba hacerlo para dejar de pensar en ti, en el tiempo que me habías pedido, en el distanciamiento que creaste de repente entre nosotras. Jamás quise lastimarte. Nunca fue mi intención y no pasó absolutamente nada—reconoció en voz baja—. Ni siquiera debí haber ido a esa fiesta.

—No tienes que darme ningún tipo de explicación—le dijo Macarena sin dejar de verla—. De hecho, no es por lo que acepté que nos viéramos.

—¿Entonces?—cuestionó Bárbara sin entender.

—Solo quería este encuentro con motivo de despedida—dijo haciendo que Bárbara se impresionara—. No quiero que te sientas mal por lo que pude haber sido y no fue. No es culpa de nadie, solo... no era el momento. No fue nuestro momento, y no quiero sentir que quedamos en malos términos. De hecho, si alguna vez quisieras quedar, como amigas, a tomar algo, un café o un vino, estaré muy feliz—dijo viéndola intensamente. La morena quedó muda con lo que Macarena le estaba diciendo. No era lo que tenía en mente al encontrarse. 

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