Capítulo 30. [La Efímera Felicidad]

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La noche finalmente había llegado después de horas y horas de espera.

Bárbara había decidido usar ropa cómoda, nada excesivo, pero que la hacía lucir elegante solamente usando unos pantalones Chanel anchos color celeste, una blusa de tirantes beige y un blusón del mismo color. Su cabello recogido en una coleta, algo desordenada, y un maquillaje ligero que resaltaba sus ojos y sus labios pero no muy llamativos. Algo simple.

Había perdido la cuenta de cuántas veces se vio frente al espejo dudando si, a Macarena le gustaría como se veía esa noche y aunque Elisabeth se encargó de recordarle que a Macarena le gustaba como estuviera, ella aún tenía sus dudas. Era su... Primera vez, o algo así.

—¿Sigues dudando?

Bárbara vio a Elisabeth detrás de ella con una sonrisa cómplice. Ella negó, pero mintió. Seguía dudando.

—Si no fuera tu amiga podría, quizá, ya sabes, invitarte a una copa de vino y luego a mi departamento. Estás increíblemente hermosa, Bárbara. No dudes que también le gustarás.

—¿También?—ella sonrió.

—A mí me gusta como luces hoy.

—Tú eres como mi hermana, Elisabeth. Solo estás animándome.

Elisabeth no comprendía del todo por qué a Bárbara le costaba tanto creer que se veía fenomenal. Efectivamente, era su mejor amiga, casi su hermana, pero ella podía reconocer la belleza en cualquier persona y Bárbara estaba repleta de ella.

—Solo digo la verdad—se encogió de hombros restándole importancia—. El helicóptero está listo. El piloto me informó que está a tu entera disposición y que solo le informes minutos antes para sorprenderla como tanto quieres—ambas sonrieron—. ¡Será una noche magnífica!

—¿Cómo estás tan segura?—le preguntó con curiosidad. Ella no estaba segura, pero si alguien preparaba para ella una sorpresa como la que Bárbara había preparado para Macarena, no esperaría menos de esa noche. Era simplemente: fascinante.

—Llámalo intuición femenina—le guiñó un ojo maravillada—. Helena me ha escrito. Macarena está ansiosa. Ha tomado altas dosis de cafeína e incluso intentó fumarse un...—Elisabeth no sabía cómo decirlo. Bárbara abrió tanto los ojos y soltó un grito—. Porro.

—¿Porro?—cuestionó la morena sin entender—. ¿Qué es un porro?—y Elisabeth se echó a reír.

—Sustancias ilícitas, Bárbara. Así se le conoce en los bajos mundos—volvió a abrir los ojos—. Por supuesto que, se ahogó en la primera calada y lo tiró al piso. Es una pena.

—¡No digas eso!—la regañó como si estuviera hablando del peor de los delitos—. Macarena jamás ha fumado nada en su vida. Ni siquiera cigarrillos. O bueno, al menos no conmigo—lo dudó, pero Bárbara sabía que Macarena no consumía ningún tipo de droga.

—Quizá lo hizo porque está fundida en los nervios. Su relación ha avanzado demasiado, Bárbara. Cada día me parecen más cursis e insoportables. Si viviera en un mundo arcoiris, ustedes serían las protagonistas.

La morena sonrió.

—Así es el amor...—susurró, casi suspiró, dándose cuenta que estaba enamorada. Aún le parecía irreal. A todos, de hecho—. ¿De dónde habrá sacado ya sabes...—en sus ojos había confusión y curiosidad.

—Helena, de pronto—dijo la rubia sin estar segura.

—¡Es increíble!—Bárbara se mostró molesta por un segundo—. Helena es la perdición.

—¡Oye! No le digas así.

—Perdona por herir tus sentimientos al llamar a tu amor demonio—se burló—, pero lo es.

[ [ ꪶíꪀꫀꪖડ ρꪖ𝕣ꪖꪶꫀꪶꪖડ ] | | 𝐁𝐚𝐫𝐛𝐚𝐫𝐞𝐧𝐚 AUWhere stories live. Discover now