Capítulo 5. [Imagen Y Semejanza]

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—¿No puedes hacer nada para distraerla?—murmuró Bárbara tras el micrófono de su teléfono mientras agitaba desesperadamente su pierna derecha.

—No puedo, Bárbara. Está en camino.

—¿Cómo lo sabes?

—Benjamín—susurró Luciano desde la otra línea. La morena comprendió y bufó—.  Te ha pillado cenando con tu nueva conquista y se ha puesto eufórica. Benjamín me lo dijo. No quiso decírtelo directamente porque ya sabes, no es divertido para él.

—¡Como sea!—casi gritó de frustración—. Jeniffer hará un escándalo, estoy segura. La última vez que hablamos no quedamos en bueno términos.

—¿Cuándo quedas en buenos términos con tus amantes?—se burló Luciano haciéndola rodar los ojos—. Solo está dolida. Déjala estar.

—¿Y causar una mala primera impresión?—se echó a reír sin ánimos—. ¡Jamás! ¡Haz algo, Luciano! ¡Es una puta orden!

La morena cortó la llamada sin esperar una respuesta de parte de Luciano. Esperaba que su mensaje haya sido lo bastante claro para que nada pudiera salir mal. Como siempre, eso no estaba en sus planes, y menos ahora que parecía que todo con Macarena estaba saliendo de acuerdo a lo planeado. Inspeccionó a la castaña de ojos azules a lo lejos. Seguía distraída observando todo con detenimiento. Después de todo, había sido bueno ocupar esa casa con cosas que sabía perfectamente que le agradaría a Macarena.

—¿Todo en orden?

Volteó a verla.

Sonrió.

—¡Perfectamente!—dijo sin emoción en su voz—. Solo... —Macarena no la dejó continuar.

—Cosas del trabajo de último momento—y sonrió— , lo entiendo, en serio.

—¿Estás preparada para lo que quiero mostrarte?—la morena se acercó a Macarena con pasos lentos sin dejar de verla a los ojos—. Valdrá completamente la pena, lo prometo.

—¡No lo dudo!—soltó una risa nerviosa distrayendo a Bárbara por un momento—. ¿Subimos?—tomó la iniciativa de preguntar y la morena asintió en silencio.

Tomó una de sus manos, aquel primer contacto dentro de su propia intimidad. Ambas vieron sus manos juntas y les fue imposible no sonreír. Por supuesto, la sonrisa fue generada por razones distintas, pero la de Bárbara se borró en cuanto el timbre de la puerta se escuchó.

Por primera vez en toda la noche sentía que algo se estaba saliendo de sus manos y que le resultaría difícil de poder controlar. La presencia de Jeniffer solo traería un sabor amargo a la noche y eso no era lo que quería. No podía permitirlo.

—¿Podrías esperarme en el pasillo del segundo piso?—le preguntó amablemente Bárbara con una sonrisa cerrada—. Seguramente es un vecino que me necesita y no puedo dejarlo allí afuera pasando frío.

—Puedo esperarte.

—Lo agradezco, pero no es necesario.

—¿Segura?—quiso rodar los ojos pero se controló. ¿Cuándo ella no estaba segura de sus decisiones?

—¡Completamente! Seguro es una tontería, y no quiero aburrirte. Solo serán unos minutos, lo prometo también.

—Ha hecho muchas promesas esta noche, señora López.

—Espero poder cumplirlas todas, señorita Achaga—La castaña sonrió y se perdió en ese marrón brilloso durante algunos segundos, pero el timbre nuevamente sonó y Bárbara apartó la mirada—. ¡Por favor!—con su mano la invitó a subir y hasta no perderse de su vista, Bárbara no borró la sonrisa.

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