Capítulo 25. [Libre Verdugo]

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ALGUNAS SEMANAS ATRÁS

La espera había sido tediosa mientras sus piernas, incesantes, no dejaban de moverse y su mirada recorría todo el lugar preocupándose porque alguien la viera.

Avril había estado al menos, unos cuarenta minutos, si no eran más, esperando por Bárbara, quién horas atrás la había llamado para citarla y encontrarse en un lugar donde nadie las pudiera reconocer. Para Avril, fue fácil cubrirse con unas gafas de sol, bufanda y otros accesorios a juego que no revelaban su identidad. En cambio, Bárbara, no se preocupó en ello porque sabía que Avril haría algo al respecto porque ella siempre lo hacía. Confiaba en su descripción, en su compromiso y su lealtad porque siempre lo había demostrado.

-Creí que estaría toda la mañana esperándote-murmuró Avril al ver a Bárbara acercarse a la mesa que estaba ocupando esa mañana. Era un café, un noble café donde siempre se reunían, al menos una vez al mes para ponerse al día. La morena sonrió medianamente tomando asiento delante de ella sin decir nada.

-Estaba ocupándome de tu increíble y asombrosa "jefa" que tanto defiendes-Avril rodó los ojos-, pero en el fondo sabes que la única y verdadera jefa soy yo-volvió a sonreírle-. Ya, quita esa cara.

-¿Cuánto tiempo más tendré que seguir en este juego?-le preguntó con seriedad al ver que Bárbara había llegado esa mañana muy enérgica. La morena dudó en contestar-. Llevo meses ocupándome de cosas que no me corresponden, Bárbara. Además, los Achaga me parecen personas increíbles que sin conocerme me dieron una oportunidad de trabajar con ellos.

-Siempre he dicho que no debes mezclar lo emocional con el trabajo, Avril-le recordó-. Es lo que sucede cuando te involucras con alguien sentimentalmente. Empiezas a defender lo indefendible-masculló-. No puedes olvidarte del objetivo principal.

-¡Nunca lo he hecho!-vociferó molesta-. Sí, es cierto que he aprendido a verlos con otros ojos, que al señor Alonso lo estimo y que a la señorita Macarena he aprendido a tomarle un cariño sincero pero no olvido quién soy y a lo que vine-contestó-. Sé que todo fue un parte de un plan. Acercarme a ellos, serles fiel incondicionalmente para que depositaran toda su confianza en mi pero debes saber que Macarena realmente está enamorada de ti, Bárbara. Te lo he dicho una y otra vez y tú no quieres escucharme. Terminarás haciéndole daño y no lo merece.

-¿Ahora eres su abogada?-preguntó sarcástica pero con un toque de seriedad-. Este discurso cada vez que nos reunimos, Avril... Es terrible. No necesito que me digas qué debo hacer o cómo hacerlo. Tú me conoces muy bien y contigo he dejado los estigmas a un lado. Elisabeth es lo más cercana a una hermana, pero tú eres prácticamente mi mejor pieza.

-Es lo que siempre he sido para ti-murmuró cabizbaja-. Nunca me has tomado en cuenta. Siempre me has visto como una más que siempre está para ti cuando la necesitas-Bárbara respiró hondo al escucharla-. Sé que te molesta que te diga estas cosas, pero es mi única oportunidad para hacerlo puesto que solo nos vemos cuando es debido. Cuando accedes a verme-ambas se vieron-. Reconozco que jamás me has obligado a nada pero, siento que no puedo más. He fingido durante tanto tiempo que no me reconozco a mi misma, Bárbara. Todo lo que he hecho, ha sido por amor. Por el amor que siento por ti.

-¿Quieres un café?-Bárbara ignoró lo que Avril le había dicho haciendo que esta al escucharla, respirara hondo y asintiera. La morena hizo su orden y luego la vio-. Ya hemos hablado sobre esto muchas veces. En cada encuentro.

-Como dije, es la única oportunidad que tengo contigo-le dijo.

-Sabes que no...-Bárbara guardó silencio.

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