Capítulo 15. {Guía Espiritual}

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CIUDAD DE NUEVA YORK

MANHATTHAN

Amor es una palabra universal que tiene muchos significados dependiendo de cómo lo veas.

Para algunos, el amor mueve masas. Un volumen universal de personas que se rigen bajo el mismo.

Para otros, es la sensación de saberse vivos, humanos. Pero, también están esos otros que piensan que el amor es un marketing. Un intercambio, un simple mutuo acuerdo entre dos personas con afinaciones en común, que puede durar a corto, mediano o largo plazo. Como dije, todo depende de cómo lo veas.

Creer en él, puede a veces ser incluso más difícil de lo que parece. Es un proceso que conlleva mucho tiempo. Demasiado tiempo. Y a veces tiempo es lo que no se tiene.

—¿Qué estás pensando?—le preguntó Bárbara a Macarena en un susurro mientras la veía detallar con una mirada examinadora toda su habitación. La castaña se dio la vuelta para sonreírle abiertamente mientras Bárbara la recorría con su mirada, una y otra vez sintiendo las ansias de querer tocarla. ¿Cuánto tiempo más debía esperar?, se preguntaba mentalmente al ver que Macarena no decía absolutamente nada. Solo observaba, detenidamente, le sonreía, y continuaba en lo suyo careciendo de palabras en el momento.

Bárbara había evitado hacer algún comentario al respecto porque no quería incomodarla. Pensar aquello era absurdo. Ella no era mujer de pensar tanto para hacer las cosas, pero su lado razonable y coherente la obligaba a no actuar, sino a que por primera vez cediera parte de su control y dejara que las cosas tomaran su propio curso. Admitía que algunas veces sentía desesperación por tener que verse en esa situación, pero lastimosamente era eso o nada, y en ese momento no podía permitirse quedarse sin nada.

—Solo pienso en lo maravilloso que puede ser lo desconocido, ¿no crees?—la morena la vio pensando en su pregunta. ¿Era una clase de evaluación?

—Siempre depende de cómo lo veas—no dudó en decir ganándose un asentimiento por parte de la castaña—. Todo en la vida lo es. Es lo único que realmente es tuyo, tus percepciones. Lo demás lo vas obteniendo poco a poco según tus convicciones y lo mucho que quieras lograr—Macarena volvió a estar de acuerdo con ella dándole una sonrisa y viendo hacia la cama de Bárbara con timidez. La morena lo notó y suspiró.

—¿Puedo?—le preguntó en voz baja señalando la cama. Vio a Bárbara asentir y se sentó sobre ella acariciando con la yema de sus dedos la suavidad de aquellas mantas sedosas—. Esto es mucho más de lo que pensé que podría llegar a tener—la morena frunció el ceño y ella sonrió.—. Me refiero al hecho de estar aquí, contigo. No era algo que tenía planeado con nadie y tú llegaste, rompiendo todas mis barreras, mis paradigmas, y ahora no puedo dejar de pensar en ti en ningún momento del día y...—Macarena suspiró.—. Confieso que estoy nerviosa, ansiosa, deseosa, pero también tengo miedo de salir con el corazón lastimado, Bárbara.—le dijo viéndola con melancolía.—. Esto no es nuevo para mi, pero se siente como si fuera la primera vez y solo por eso es mucho más importante y significativo. No quiero que sientas que de alguna manera estoy haciéndote entrar en una especie de compromiso conmigo porque no es así. Lo único que pido entre las dos es sinceridad, y por mi parte desde que te conocí la has tenido—Bárbara asintió a sus palabras.

—No tienes que darme todo este discurso para decirme que no quieres irte a la cama conmigo.—Macarena al escucharla abrió los ojos. La morena tomó una de sus manos libres entre las suyas y le sonrió dejándole un beso rápido.—. Lo veo en tus ojos. Tienes esa mirada insegura que conozco perfectamente porque años atrás fui como tú —le sonrió medianamente mientras Macarena bajaba la mirada sintiendo vergüenza—, fui muy insegura con mi pasado, y de hecho, lo sigo siendo, por eso evito hablar sobre el.

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