Capítulo 11. [El Primer Beso]

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CIUDAD DE NUEVA YORK

MANHATTAN

UNA SEMANA DESPUÉS:

Bárbara se dejó caer sobre la cama completamente agotada de todo el trabajo que había tenido la última semana. Trabajo que por supuesto, en más de una ocasión había tenido que postergar por cumplir a sus citas ocasionales con Macarena que aunque no habían sido más de tres, le habían robado todo su tiempo y su concentración. Para Bárbara todo estaba bajo control y saliendo mejor de lo esperado. Podía decir que en mucho tiempo no se sentía tan feliz como en ese momento, donde todo estaba siguiendo su curso. El curso que siempre debió seguir desde un principio. Macarena comía de la palma de su mano por todas las atenciones que tenía la morena con ella.

Dejaba frente a su casa sus rosas favoritas siempre con un sobre donde le daba los detalles de su próxima cita y dónde le decía lo muy ansiosa y feliz que estaba por su próximo encuentro. Macarena siempre sonreía y se sentía feliz porque después de aquella cita en el restaurante italiano, ellas se habían unido más. Hablaban más frecuente por teléfono y pasaban noches enteras enviándose mensajes y algunas veces cuando Bárbara estaba de ánimos, le marcaba a su teléfono para tener conversaciones donde pudiesen conocerse más. Eso fue lo que le había pedido Macarena esa noche y Bárbara aunque tuvo que morder su lengua para evitar hacer algún comentario al respecto, no lo hizo. Solo se limitó a aceptar lo que Macarena quería porque a partir de ese momento empezaría a enamorarla para obtener lo que quería lo más pronto posible y luego sacarla de su vida.

Desde entonces ella se mostró más compresiva, atenta y cariñosa. Toda una mujer cautivada y completamente entregada a los nuevos sentimientos que estaba empezando a desarrollar por cierta castaña de ojos azules.

O algo así le había comentado esa noche, en esa cita.

Macarena le enviaba mensajes constantes preguntándole sobre su día, o si había comido. En más de una ocasión quiso no contestar, porque le aburrían esas cursilerías, pero a Macarena le encantaban y no tenía otra opción. Lo que si podía admitir es que Macarena era una mujer apasionada, y muy inteligente e interesante. Siempre tenía algo que decir, y para su fortuna siempre era algo bueno. Una de las pocas cosas que podía disfrutar con las personas, una conversación amena y donde no se aburriera con facilidad. Allí en la comodidad de su cama pudo recordar la última cita que habían tenido. Sin duda algo que nadie se esperaba porque Bárbara era así; le gustaba sorprender y que todos a su alrededor pudieran observar lo que ella podía lograr y nadie más.

La había sorprendido con muchos obsequios y había llenado toda su habitación de rosas rojas solo para hacer que aceptara salir esa misma noche con ella. Al parecer la especie de "amistad' que habían formado Elisabeth y Helena también traería beneficios para Bárbara puesto que fue con la ayuda de Helena que pudo hacer eso. Y por supuesto, Macarena había desistido de la idea de aceptar la invitación de Ariel porque para ella no había nadie más que Bárbara. Solo con ella quería tener citas y solo con ella quería todo.

-Espero que sea bueno lo que tengas que decir porque llevo escuchándolo por horas-contestó el teléfono que había sonado ya unas cuatro veces y había estado ignorando. Bárbara escuchó el suspiro de Elisabeth desde la otra línea.

-No sé si lo que tenga que decirte es bueno, pero estoy segura que va a interesarte-comentó haciendo que Bárbara sintiera curiosidad-. Estoy en el cine con Helena y nos encontramos por coincidencia a Macarena-ella frunció el ceño. Había pasado toda la mañana con Macarena y esta no le había dicho que iría al cine-. Pero eso no es todo, también encontramos a Ariel-y Bárbara se levantó de golpe de la cama empezando a buscar sus zapatos.

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