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|Pasado, 2026|

El pequeño Sander había nacido hace solo unos días, Maya ya tenia una semana en el mundo y a pesar de ser tan pequeña, ya había pasado por muchas cosas un tanto traumantes para su extremadamente corta edad.

Empezando desde caídas y atrapadas en la escalera como si ella fuese un objeto, hasta casi ser lanzada a la piscina, Maya casi había muerto en varias ocasiones y no necesariamente a manos de sus padres, si no que a manos de sus jóvenes y a veces idiotas tíos.

Era un día muy cálido y tranquilo en el que por primera vez, desde que estuvieron en la clínica con Maya, Millie y Finn podrían pasar tiempo a solas con su bebe, sin sus amigos interponiéndose, ellos querían a sus amigos pero a veces llegaban a ser tan....ellos.

Millie se encontraba recostada en su cama con la pequeña Maya durmiendo en su pecho, la chica acariciaba las diminutas y frágiles manos de su hija mientras podía escuchar la respiración de la bebé, en ese momento ella se sentía en el paraíso oliendo el perfecto aroma de bebé presente en la pequeña.

Finn se encontraba recostado al lado de ambas tomando una siesta, de los tres Millie era la única que estaba despierta y algo aburrida, decidio tomarse un selfie junto a su bebé, sin que se vea la cara de esta ya que la pequeña se encontraba acurrucada en su pecho.

"Ya tengo muchas fotos con Finn" pensó en el momento en el que hizo de lado a su novio para tomarse la foto.

Subió la foto a su historia de Instagram y los mensajes de buenos deseos para la pequeña mencionando lo hermosa que se veía Millie como madre no tardaron en hacerse presentes.

—Finn—susurro Millie tratando de despertar al chico —Finn—dijo un poco más fuerte.

El chico se dio una vuelta en la cama y por intentar abrazar a Mills, casi golpea a la bebé en la cabeza y para evitar eso la golpeo en la espalda.

—Ten cuidado—exclamó la castaña acariciando la espalda de la bebé, quien por suerte no había despertado para llorar.

—Lo lamento—susurro Finn levantándose un poco para besar la frente de la pequeña Maya.

Millie solo sonrió levemente y luego recordó el porque estaba despertando a Finn.

—Rulos, en tu mesa de noche esta el biberón de Maya, es hora de que tome su leche—dijo la chica señalando la pequeña mesa del lado de Finn.

Finn tomó lo que su novia pedía y esperó a que Millie despertase a la bebé para luego entregarle el biberón.

El chico empezó a recordar y pensar en la primera vez que vio a Maya, ya ni sabia como es que había vivido tanto tiempo sin ella, estar junto a Maya y Millie era lo único que quería, esas dos personas eran las dueñas de toda su vida.

Cuando Millie hizo que Maya termine su biberón, se la entregó a Finn para que el chico pudiera hacer que la bebé eructe, la chica había sido vomitada por la pequeña hace unos días y desde ese momento Finn se encargaba de eso.

—Hola mi amor—le susurro Finn a la pequeña mientras la mecía un poco y golpeaba levemente su espalda —dime, ¿Dormiste bien en el pecho de tu madre? ¿Sabes que robaste el lugar de dormir de papá?

Millie solo rio ante la acción de Finn, era divertido verlo conversar con Maya siendo que el sabía que la pequeña no le respondería.

—Había pensado en llamar a Sophia para prestarle a Maya por un momento—Millie quería hacerle una pequeña broma a Finn.

El chico había sentenciado hace unos días que Sophia no se acercaría mas a su bebé por nada del mundo, era una cuestión de seguridad, según el.

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