Capítulo 6: La huella del tiempo

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-A la de Literatura se le ha ido hoy la pinza. ¿Tú te crees la cantidad de deberes que nos ha puesto? Más estudiar, porque como esa pone exámenes sorpresa cada vez que le da la gana...- iba diciendo Sissie a la salida de la última clase. Aunque ella era una chica muy charlatana, esta vez estaba tratando de sacar tema de conversación porque veía a sus dos amigas muy... Calladas. Silenciosas-. Bueno, venga ya, ¿qué os pasa a vosotras dos?

-Los tíos, que son idiotas. Que prometen, prometen, pero luego...- comenzó a refunfuñar Abby.

-Pues anda que las supuestas amigas- recalcó Kathleen.

-Perdona, rubita, pero, ¿quién ha dicho que tú y yo seamos amigas? Además, aunque lo fuéramos, no tengo por qué contenerme delante tuya; porque tú se supone que no quieres nada con él. ¡Ah, lo olvidaba! Que tú si lo quieres, pero él pasa de ti...

Kath la miró con odio. Vale, Abby era una completa cretina.

-Hola, chicas- apareció por detrás un nervioso Jay-. Sissie, Kathleen, ¿podéis venir conmigo?

-Muy bonito, cariño. ¿Y a tu novia, qué?- comentó con desprecio Abby.

Jay la miró con coraje. Fue esa mirada la que le hizo entender a Kathleen que él no sentía nada por su compañera, y la que le hizo decidirse a acompañarlo.

-¿Vamos, Sissie?

-Claro, ¿adónde?

-Seguidme- les indicó Jay.

-¡Vale, adiós eh, yo también os quiero! Yo os guardo el sitio en el comedor, cielos míos- oyeron decir a Abby mientras ellos corrían por el pasillo.

-Keegan nos espera en la puerta de la biblioteca. Sissie, mientras él vigila que no entre nadie más, tú tienes que sacar a la bibliotecaria y entretenerla un rato.

-¿Y para qué?... ¿Qué te ha pasado Jay?- preguntó Sissie, desconfiando del chico.

-Callum. Nos peleamos, se dio un golpe con una estantería en la cabeza y está inconsciente. Lo escondí en la biblioteca y necesito vuestra ayuda para sacarlo.

-¿Y, entonces, para que me traes a mí?- inquirió Kath.

-Necesito... Tu... Ayuda especial para reanimarlo.

Con eso, Kathleen entendió que se refería a alguno de sus poderes, aunque ella nunca los había utilizado para reanimar a alguien.

Llegaron y allí, puntual, estaba Keegan.

-Venga, venga, entrad- apremió.

Kathleen y Jay pasaron primero y se sentaron en una mesa (siempre bien separados el uno del otro), como si estuvieran estudiando. Al momento entró Sissie.

-¡Señorita Margaret, señorita Margaret!- venía corriendo y se paró delante de la mesa de recepción.

Margaret levantó la vista de un pesado libro, se atusó el pelo y se colocó las pesadas gafas.

-¿Sí, Cecilia?

-Necesito su ayuda. Es que... Quiero que me acompañe a mi habitación.

-Lo siento, Cecilia, pero he recibido instrucciones de doña Ida muy precisas: no puedo salir de aquí a no ser que sea una emergencia.

-Es que... Esto es una emergencia... Eh... Yo saqué un libro el otro día y ahora en su lugar hay una versión muy parecida pero yo creo que no es la misma, y alguien me ha robado la original. Necesito que usted me acredite que es el libro que me prestó la biblioteca.

-Cecilia, ¿y no podrías traerme tú el libro hasta aquí? Además, ¿para qué va a querer alguien robarte un libro de la biblioteca?

-Oh, no, es que... Tiene que acompañarme porque vaya a ser que quien sea esté escuchando ahora mismo y vaya a cambiar de nuevo el libro para que cuando yo se lo traiga usted me ponga de... Mentirosa.

Hijos de Agua y FuegoWhere stories live. Discover now