-¿Qué es eso?- musitó Kath, los nervios a flor de piel.
-No sé- Jay tragó saliva duramente-. Parece que el director y su séquito se acercan. ¿Cambio de planes?
Kathy asintió. No tenía ninguna intención de que los pillaran con las manos en la masa, literalmente; tendrían que posponer su visita para más tarde.
Así es que, ya se sabe que situaciones desesperadas, requieren medidas desesperadas; y lo mejor que se les ocurrió a ambos fue huir hacia el desván.
Cuando ya se encontraban arriba, Jay echó la llave dos veces, y suspiró de alivio. Podía oír las voces abajo.
-Será mejor que no hagamos mucho ruido- susurró-. ¿A quién planeabas visitar, Kathleen?
-Nada. En otro momento- comentó distraída. Se hallaba en un ángulo oscuro de la habitación, estudiando el espacio en cuestión-. ¿No era aquí donde estaba el supuesto baúl de Gaelle?
-Creo que sí.
-Pues a ver si tú me explicas dónde está, porque yo no lo veo.
Tenía razón; el arca se había esfumado, así sin más. ¿Cómo era posible? Quizás...
-¿Nuestro misterioso colaborador de nuevo?
-No sé- contestó Kath, y se acercó hacia el espejo, en el que había notado algo un tanto extraño-.¿Sabes qué es esto?- indicó, pasando sus dedos sobre una pequeña pintada en la parte superior del espejo.
-Está medio borroso, pero parecen las letras Alfa y Omega- se paró en seco. El principio y el fin, como el inusual tatuaje de la muñeca de Grace.
Deberíamos asegurarnos de que no hay nada más raro por aquí, se dijeron en silencio.
-¿Indagamos un poco mientras el director se va?- Jay trataba de sonar casual, pero mientras tanto, un escalofrío recorría su espina dorsal.
-Claro- susurró Kath.
Y así es que cada uno se dedicó a un ala de la buhardilla. Jay andaba de aquí a allá, revisando los objetos esparcidos por el suelo; mientras que Kath estaba escudriñando todas las estanterías. Tan solo era una cura en salud; para cerciorarse de que no había una cámara oculta por algún lugar.
A diamonds sky, se leía en la portada de uno de los múltiples tomos de fantasía que pendían del librero. Aquella frase hizo a Kath pensar en la canción del concurso de talentos. La que le recordaba a Jay siempre que la escuchaba.
-Intocable, como un distante cielo de diamantes.
Te busco y ni siquiera puedo explicarte por qué;
me atrapaste.
Jay cesó lo que estaba haciendo y se giró, incrédulo.
-Kathleen, ¿qué cantabas? ¿La canción del recital?
-¿Yo?- sus mejillas, típicamente rosadas, se empezaban a tornar rojo oscuro; y decía palabras sueltas, frases incoherentes-. Oh... Ya sabes, bah, me gusta tararear canciones... Nada en especial.
Se volvió sobre sí misma y continuó con su tarea, tratando de evadirse. Pero, de nuevo, sus labios se abrieron sin que ella se lo pidiera.
-Intocable, quemas como el Sol,
y cuando te acercas siento como que me derrito.
Era una melodía pausada la que fluía a través de los labios de Kath, apenas audible. Jay quería creer que era verdad y no estaba delirando; que ella le estaba cantando a él.
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Hijos de Agua y Fuego
Teen FictionDía y noche. Frío y calor. Mujer y hombre. Agua y fuego. Los iguales se repelen; los opuestos se atraen. Los Hijos de Agua y Fuego serán un chico y una chica nacidos en el divino seno de una familia normal; pero ellos serán cualquier cosa, menos no...