Capítulo 19: Intocable

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-¿Qué es eso?- musitó Kath, los nervios a flor de piel.

-No sé- Jay tragó saliva duramente-. Parece que el director y su séquito se acercan. ¿Cambio de planes?

Kathy asintió. No tenía ninguna intención de que los pillaran con las manos en la masa, literalmente; tendrían que posponer su visita para más tarde.

Así es que, ya se sabe que situaciones desesperadas, requieren medidas desesperadas; y lo mejor que se les ocurrió a ambos fue huir hacia el desván.

Cuando ya se encontraban arriba, Jay echó la llave dos veces, y suspiró de alivio. Podía oír las voces abajo.

-Será mejor que no hagamos mucho ruido- susurró-. ¿A quién planeabas visitar, Kathleen?

-Nada. En otro momento- comentó distraída. Se hallaba en un ángulo oscuro de la habitación, estudiando el espacio en cuestión-. ¿No era aquí donde estaba el supuesto baúl de Gaelle?

-Creo que sí.

-Pues a ver si tú me explicas dónde está, porque yo no lo veo.

Tenía razón; el arca se había esfumado, así sin más. ¿Cómo era posible? Quizás...

-¿Nuestro misterioso colaborador de nuevo?

-No sé- contestó Kath, y se acercó hacia el espejo, en el que había notado algo un tanto extraño-.¿Sabes qué es esto?- indicó, pasando sus dedos sobre una pequeña pintada en la parte superior del espejo.

-Está medio borroso, pero parecen las letras Alfa y Omega- se paró en seco. El principio y el fin, como el inusual tatuaje de la muñeca de Grace.

Deberíamos asegurarnos de que no hay nada más raro por aquí, se dijeron en silencio.

-¿Indagamos un poco mientras el director se va?- Jay trataba de sonar casual, pero mientras tanto, un escalofrío recorría su espina dorsal.

-Claro- susurró Kath.

Y así es que cada uno se dedicó a un ala de la buhardilla. Jay andaba de aquí a allá, revisando los objetos esparcidos por el suelo; mientras que Kath estaba escudriñando todas las estanterías. Tan solo era una cura en salud; para cerciorarse de que no había una cámara oculta por algún lugar.

A diamonds sky, se leía en la portada de uno de los múltiples tomos de fantasía que pendían del librero. Aquella frase hizo a Kath pensar en la canción del concurso de talentos. La que le recordaba a Jay siempre que la escuchaba.

-Intocable, como un distante cielo de diamantes.

Te busco y ni siquiera puedo explicarte por qué;

me atrapaste.

Jay cesó lo que estaba haciendo y se giró, incrédulo.

-Kathleen, ¿qué cantabas? ¿La canción del recital?

-¿Yo?- sus mejillas, típicamente rosadas, se empezaban a tornar rojo oscuro; y decía palabras sueltas, frases incoherentes-. Oh... Ya sabes, bah, me gusta tararear canciones... Nada en especial.

Se volvió sobre sí misma y continuó con su tarea, tratando de evadirse. Pero, de nuevo, sus labios se abrieron sin que ella se lo pidiera.

-Intocable, quemas como el Sol,

y cuando te acercas siento como que me derrito.

Era una melodía pausada la que fluía a través de los labios de Kath, apenas audible. Jay quería creer que era verdad y no estaba delirando; que ella le estaba cantando a él.

Hijos de Agua y FuegoWhere stories live. Discover now