Capítulo 15: Una cicatriz muy particular

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"-Ah, ah, ah, ah.

Los gritos de la joven mujer, en pleno parto, inundaban la sala de operaciones. La enfermera y la matrona, mientras asistían el parto, podían ver cuán complicado se estaba poniendo el asunto.

-Mucha carrera tendrá la Eminencia, pero como siga atendiendo el nacimiento así, morirán la madre y la criatura- le susurró una a otra; la preocupación impresa en sus semblantes.

-¡Ya llega!

Un último empujón, más gritos de dolor, sangre, y por fin se escuchó el sonido del llanto de un bebé. El médico lo tomó entre sus brazos y lo elevó. Estaba manchado de sangre, y se encogía a causa de los sollozos, pero aún así era un hermoso bebé, de piel sonrosada y diminuta nariz. La jovencísima muchacha que se encontraba sobre la camilla suspiró, aliviada.

-Eh, Morgan, Angelique- llamó el médico a las dos enfermeras-. Quédense aquí, limpien a la madre y la cosen, está grave. Yo tengo que ir a lavar al bebé.

-Doctor, yo creo que...- comenzó la mujer mayor, también la más rechoncha y morena.

-Chhhhst, aquí el que entiende soy yo- la silenció llevándose un dedo sobre los labios (o, en su defecto, sobre la mascarilla)-. Sigan con lo suyo- les hizo un gesto con la mano y salió de la habitación con el bebé en brazos.

Cuando se encontraba en el pasillo, se quitó la mascarilla y miró, de forma malévola y retorcida al bebé, que seguía con los ojos cerrados llorando.

-Ya eres mío, bola de carne. Al menos tener un amigo que falsifica títulos de carreras ha servido para algo. Si no- su tono de voz se volvió mucho más oscuro- no sé cómo habría logrado robarte sin que la niñata de tu madre se diera cuenta."

La terrible visión, acompañada con la continua imagen de los oscuros e intimidantes ojos del doctor, había estado el resto del día persiguiendo a Kathleen, incluido en sus sueños.

De alguna forma, que alguien la estuviera zarandeando y sacando de su profunda pesadilla, resultaba un alivio. Abrió los ojos, y se encontró con dos sonrientes caras mirándola.

-¡FELIZ CUMPLEAÑOS!- chillaron.

Kath se sobresaltó y se levantó de la cama entre risas. Sissie y Vanessa se habían puesto unos absurdos gorros de cumpleaños, los típicos de forma cónica y colores fosforescentes, y llevaban pitos y panderetas.

Detrás, tumbada sobre la silla y con otro gorro a conjunto, estaba Abby. Cuando se percató que Kath la estaba mirando, cambió su aspecto aburrido, y empezó a cantar:

-¡Que tengas felices fiestas, que tengas felices fiestas, y año nuevo también!- acompañaba su tarareo con un toque de palmas irregular y fuera de tiempo-. Oh, espera, ¿eso no era un villancico? Es que yo nunca me he aclarado con esto de las canciones populares.

Todas rieron. Kathleen estaba bastante sorprendida; su gótica compañera de cuarto parecía hasta simpática. "Quizás sea simplemente porque es mi cumpleaños", quiso pensar.

-Bueno, tenemos una cosita especial para ti...- la sacó de sus pensamientos Vanessa.

Sissie asintió, y ambas se volvieron y cogieron un gran pastel de chocolate, con mermelada y flores de azúcar por encima. Dos velas, una en forma de 1 y otra de 6, estaban encendidas.

-Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todas...

-¡Un 25 de diciembre, Fun, Fun, Fun! Ah, no, tampoco... ¿A quién se le ocurre nacer en Navidad, eh?- Abby sonrió y se acercó.

Hijos de Agua y FuegoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant