“Siempre lo mismo”, pensó Kathleen Gray en el coche mientras viajaban por la carretera que salía de Londres. El Internado Brotherhood, su futuro nuevo hogar, se encontraba a las afueras de la gran ciudad. Se suponía que estaría a tan solo veinte minutos de Londres, pero al ser un viernes por la tarde, los veinte minutos se habían transformado en cuarenta.
-Kathleen, sabes que a mí me gusta esto tan poco como a ti- le dijo la conductora, la señorita Tilman.
-Pues podrías adoptarme tú, si tanta pena te doy- resopló Kathleen.
La señorita Tilman calló. Sabía que tenía razón y, aunque ella también sentía debilidad por aquella chica, su pequeño sueldo como Agente de los Servicios Sociales le cubría a duras penas las necesidades básicas de sus dos hijos, la hipoteca y las compras algo extraordinarias para ella. Y pese a ser consciente de todo esto, no podía evitar sentirse culpable.
Kath, como solían llamarla, iba a cumplir en un par de meses dieciséis años, y ya había tenido cinco familias diferentes. Sus padres habían desaparecido el mismo día que ella vino al mundo, y desde entonces, vivía de orfanato en orfanato; hasta que cumplió seis años y la adoptó la familia Gray. Su felicidad por volver a tener una casa se desintegró cuando sus nuevos padres fallecieron inesperadamente en un accidente automovilístico. A partir de ahí, vivió en el Orfanato en el que trabajaba la señorita Tilman y estuvo con cuatro familias de acogida. Sin embargo, y pese a que era una chica encantadora, ninguna de las familias quería adoptarla. Y ella sabía bien el por qué: Kathleen no era una chica muy común. Tenía “poderes especiales”. Podía mover a su antojo el agua, creaba lluvias torrenciales cuando estaba enfadada y secaba ríos cuando se ponía triste; transportaba objetos con solo pensarlo. Además, estaba el tema de sus pesadillas nocturnas y sus visiones: algunas veces veía cosas que no le habían pasado a ella ni había presenciado pero sí podía recordar. Con todo esto, tampoco le extrañaba que las familias se asustaran de ella y no quisieran adoptarla.
Tras el último intento de que una pareja de españoles la adoptara, la señorita Tilman recibió una llamada la mar de peculiar: se trataba del Internado Brotherhood, uno de los más prestigiosos de Londres. Habían revisado los expedientes del colegio del pueblo al que iban los chicos del Orfanato, y así habían descubierto las excelentes notas de Kath. Le ofrecían una beca para la chica hasta que cumpliera la mayoría de edad. Aunque Kathleen no lo entendió y le sentó muy mal la noticia, la señorita sabía que era la mejor oportunidad que jamás encontraría para poder forjarse un buen futuro.
-Mira, ahí está.
El Internado estaba en medio de un paraje verdoso y húmedo, muy cercano a un bosque. El edificio era una gran casona de piedra grisácea con algo de moho y ventanas de madera.
Se bajaron del coche. Y entonces ocurrió: Kath volvió a recordar. Vio ese mismo lugar, una noche de tormenta. Dos chicos jóvenes, cubiertos con una manta, huían despavoridos a través del bosque. ¿De qué huirían? Las visiones siempre le dejaban a Kathleen un mal sabor de boca.
Salió de su trance y caminó hacia la entrada. Allí la esperaban varios alumnos, un hombre de pelo canoso y mirada penetrante, y una mujer rolliza muy maquillada.
-Bienvenidas, bienvenidas- saludó amablemente el hombre-. Yo soy el señor Warwick Plassmeyer, el director del Internado. Un placer conocerla, señorita Gray. Nos dejó bien sorprendidos su magnífico expediente.
-Muchas gracias, señor Plassmeyer- respondió dubitativa, algo cohibida por la sonrisa del director. Parecía esconder algo en esa sonrisa.
-Bueno, querida, como supongo que te habrá contado tu tutora, aquí cursarás hasta terminar tu etapa educativa y pasar a la Universidad. Estos serán tus compañeros, por lo que les pedí que vinieran a recibirte. Saludad, chicos. Y esta es el ama de llaves, doña Ida Applewhite. Esperamos que la estancia sea de tu agrado, vamos, pasa- le indicó la entrada a través del enorme portalón.
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Hijos de Agua y Fuego
Teen FictionDía y noche. Frío y calor. Mujer y hombre. Agua y fuego. Los iguales se repelen; los opuestos se atraen. Los Hijos de Agua y Fuego serán un chico y una chica nacidos en el divino seno de una familia normal; pero ellos serán cualquier cosa, menos no...