Capítulo 21: Cuentos de hadas sin final feliz

313 20 5
                                    

Cuando Kathleen llegó a la calle, un nubarrón oscuro empezaba a cernirse sobre ella, anunciando una tormenta. "Malditos poderes", masculló para sí misma. Jay estaba sentado en la parada de autobús, con la mirada perdida hacia el horizonte.

Inspiró y expiró, y se dirigió hacia él con paso decidido, tratando de fingir que, en esa situación ella era la madura de los dos. Nada más lejos de la realidad.

-Hola, rubiales. ¿Qué pasa?- le sonrió con ternura y se inclinó sobre él, apoyando sus manos en su regazo. Jay le giró la cara, con gesto aparentemente enfadado-. ¿Jay?

Jay la miró furioso, sus pupilas dilatadas por el dolor. Apretó la mandíbula.

-¿Que qué pasa? Oh, no sé, quizás sea un poco idiota, pero creo que una señora acaba de revelarme que es mi abuela, que soy un ser medio mágico, que nací a raíz de una violación y mi madre está perdida; que mi abuela y mi tío abuelo, quien es nuestro director, intentaron herir a tus padres por un sueño rocambolesco. Y ahora quieren hacer lo mismo conmigo- empleó un tono sarcástico, impropio en él-. Llámame gilipollas, pero yo considero que lo que hemos descubierto no es moco de pavo como para hacer ver que soy súper feliz.

-Sí, pero creo que has tratado demasiado mal a Gaelle. Ella...- tomó una bocanada de aire y fijó sus ojos en los de Jay. Sintió un escalofrío-. Ella te quiere, Jay. Sí, ha cometido demasiados errores como para contarlos, pero, ¿no ves que se ha arrepentido? Y, ¿no es ese el punto de la vida? ¿Equivocarse, arrepentirse de ello e intentar cambiar?

-Esa mujer solo quiere a su persona, ella misma lo dijo. El amor no existe- ahora hablaba con voz de pito, imitando de forma ironizante a su abuela, dándole énfasis a cada palabra. Se levantó y encaró a Kath.

-Vale, entiendo que estés dolido con ella por ocultarte todos estos años que erais familia. Pero, ¿y yo qué?- una gota de lluvia le golpeó la cabeza, a la vez que una picante lágrima le recorría la mejilla lentamente-. ¿Por qué me tratas como si yo hubiera hecho algo malo?

Hubiera querido gritarle, llorar, frustrarse. Pero no era capaz. Jay era la única cosa que le importaba, y estaba disolviéndose ante sus ojos. ¿Por qué?

-Tú no has hecho nada malo- empezó hablando muy bajo, y fue aumentando el tono poco a poco, hasta terminar gritando-. Joder, Kath, tú no eres el maldito problema en todo esto. Bueno, quizás sí.

-¿Yo? Pero...- las lágrimas y el nudo que se estaba formando en su garganta le impedían hablar con claridad. Las palabras dolían, como si estuvieran atravesándole la boca con espadas mientras hablaba.

-El problema somos tú y yo. Nuestra relación.

-¿Qué?- tal vez lo que más le doliera fuera la facilidad de Jay para reconocerlo; su franqueza. ¿Tan poco significaba para él? Su corazón hacía daño al latir.

Jay resopló y desvió la vista hacia la izquierda. Se giró hacia ella y la observó con mirada afligida. Rozó con un dedo su mejilla, casi temiendo a tocarla. Las lágrimas estaban a punto de hacer acto de presencia.

-Que nuestra relación es un engaño, Kathleen.

-Creo que tengo bastante claros mis sentimientos hacia ti.

-Sí, y yo- se restregó los ojos-. Pero,dime, ¿por qué te quiero?

Kath calló. Aquella pregunta la había pillado desprevenida, no sabía qué contestar. Estaba en blanco. Jay se levantó y siguió hablando, ajeno a si ella le contestaba o no. Tal vez solo fuera una pregunta retórica.

-Te quiero porque, incluso antes de nacer, ya estaba marcado ese hecho. Quiero decir, no puedo contar que me enamoró tu forma de caminar, porque ya estaba dictado que iba a hacerlo- caminaba frustrado, de un lado a otro. La impotencia llegaba y se cernía sobre él con la misma frialdad que aquellas gotas de lluvia que le repiqueteaban en el cabello-. Maldita sea, ¡sabía que tú ibas a ser el amor de mi vida sin conocerte! Yo... Tú estabas en mis sueños desde que tengo uso de razón- las lágrimas se acumulaban y picaban, al igual que su tono herido-. Pero, ¿por qué? No podíamos conocernos, salir, sentir cosas muy fuertes, desilusionarnos y volver a empezar con alguien distinto, no. O, incluso, ser pareja para siempre... Pero de una forma normal. Como los adolescentes normales y corrientes.

Hijos de Agua y FuegoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang