Capítulo 28: ¿Qué significa "familia"?

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Habían pasado varios meses cuando Jay por fin se decidió a ir al cementerio local, puesto que apenas había sido capaz de estar presente durante el funeral de su abuela. "Es curioso", pensó, "he llegado a querer a mi abuela en unos meses como si hubieran sido años."

Tal vez el cariño no era directamente proporcional al tiempo que conocías a alguien, o a los lazos sanguíneos que te unían a esa persona. O quizás fuera cierto que Jay experimentaba el amor de la forma más pura, pero no solo con Kathleen, como le habían vendido.

El cementerio se hallaba vacío a aquellas horas de la mañana, y una espesa neblina gris cubría el mausoleo de los Plassmeyer. Aunque no era allí a donde se dirigía, sino a una pequeña y humilde tumba de mármol blanco no muy retirada de allí.

Cuál no sería su sorpresa al vislumbrar una sombra sobre la tumba. ¿A quién- aparte de a él- se le ocurriría ir a esas horas de la mañana un domingo al cementerio? La mata de pelo escarlata recogida en una trenza le dio respuesta sin necesidad de que viera la cara de la persona que allí se encontraba.

-Hola- musitó Jay, al acercarse.

Abby se giró y le dedicó una tímida sonrisa que iluminó sus mejillas, tiñéndolas de rosa.

-Hola.

Ambos se quedaron en silencio durante unos minutos, observando la tumba de su difunta abuela, sin saber cómo actuar. No habían vuelto a cruzar palabra desde que salieron del hospital. Habían labrado su relación en torno a silencios prolongados donde se gritaban todo lo que deseaban decirse.

-¿Esas violetas las has traído tú?- inquirió, observando las flores que descansaban sobre la lápida.

-Sí- contestó Abby de forma tímida, dejando que el frío aire mañanero los envolviera antes de volver a hablar-. Guardan un significado especial para mí y, supongo que en cierta manera para ella también.

Jay se sentó a su lado, acurrucándose en el interior de su trenca azul marino. Sacó de su espalda un ramo de violetas idénticas a las que había llevado Abby.

-Daniella me habló acerca de vuestra charla en casa de Gaelle. Supuse, como tú, que a ella le haría ilusión tener estas flores.

 Las lágrimas parecieron aflorar en los ojos de Abby, que comenzó a hablar:

-Jay, creo que es hora de pedirte disculpas. No lo he hecho antes porque la vergüenza y la pena me carcomían por dentro. Siento muchísimo todo el daño que os he causado, tanto a Kathleen como a ti.

-Abby...

-No, no, no. No digas nada, por favor- le imploró, las lágrimas descendiendo ya por su rostro abajo-. Sé que lo que hice no es perdonable, y que no estoy en condiciones de pedirte nada pero... Por favor... Me gustaría que nos tratáramos como hermanos. A fin de cuentas eres la poca familia que me queda.

Jay se irguió, poniéndose serio y escrutando el rostro de Abby durante largo rato. Cuando pasaron minutos, tal vez horas, volvió a hablar, en un tono neutral al principio:

-Abby, Abby, Abby, ¿qué significa "familia"?

La pelirroja se calló. No esperaba, para nada, aquella pregunta. ¿No podía responderle con un "no" tajante? ¿Tenía que regodearse en torno a ella?

-Cuando has vivido toda tu vida como un huérfano, tiendes a hacer a tus amigos tu familia. Incluso antes de que supiera nada de esto, yo ya te consideraba parte de mi familia. Pero no de esa manera accidental como son los lazos sanguíneos que me convierten en familia de Loick, o del difunto Warwick; te consideraba parte de la familia de verdad, de quienes están para apoyarte en tus peores momentos y disfrutar contigo de los mejores.

Hijos de Agua y FuegoWhere stories live. Discover now