Capítulo 1.

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1- Christopher Vélez

                                    
                            »La chica«







—Una vez más te lo diré, Vélez— repitió la castaña de coleta alta que iba a mi lado. —Soy tu tutora, deja de pedirme que haga los deberes por ti.

—Vale, entiendo.— dije restándole importancia. —Nessa, ¿nos vamos?— observé  a la pelinegra que estaba al otro costado de la castaña.

Ella dio un suspiro y se adelantó.

Traté de alcanzar su paso y los gritos de Copper retumbaban mis oídos.

—A veces eres cruel Vélez. Pobre anciana, está dando sus últimos respiros.— mencionó la pelinegra.

—Cruel ella.— musité.

Nessa, mi amiga y vecina desde los dieciséis años. No era tan alta y era esbelta; su cabello lacio oscuro le hacía lucir bien con aquellos ojos azules zafiro que tenían un brillo único. Nessa era perfecta en los ojos de los demás, para mi no lo era, era guapa, lo acepto, la tía tenía lo suyo, pero tenía un pequeño defecto que no me pertenece decirlo.

—Mira.— Nessa me jaló de la camisa. Ella estaba mirando a la dirección contraría de la mía.

Giré mi cabeza para mirar a la misma dirección y justo enfrente de nosotros había una casa bastante... ¿lujosa es  la palabra? Creo que sí.

Había una pequeña familia.

Se  estaba empezando a acomodar en ella.

Dos chicos que aparentaban tener nuestra edad. El chico era rubio, y conforme nos acercamos encontrábamos más de él; sus ojos eran azules claros, parecía un modelo de revista británica  y no hablar de la chica, sus ojos eran igual a los del chico, sus facciones eran tan idénticas entre ambos pero en su mirada tenía una pizca de malicia.

—Son los nuevos— informó la pelinegra mientras caminábamos. —Deja de mirarlos, no seas tonto.

Obedecí a lo que Nessa había dicho.

Me era totalmente extraño que una nueva familia llegara al pueblo menos habitado; el pueblo era tan  pequeño, sofocante, impropio y, por si fuera poco tan oscuro.

Las únicas personas que vivían aquí eran testigos de los sucesos extraños que solían suceder; muchos solían decir que había quienes practicaban la  hechicería -sólo los religiosos creían- el resto del pueblo no era capaz de creer bastante barbaridad.

—Me es bastante extraño que alguien después de mucho tiempo llegue.— comenté.

—Parecen la fiel reencarnación de los Flores, sólo que ellos se veían bastante amigables, ¿los recuerdas?

—Los recuerdo.— afirmé.

Los Flores habían sido una pequeña familia que había llegado a este pueblo con el fin de estar en paz; eran tan amables con las demás personas, solían ser bastante atentos con todo el pueblo, tenían muchísimo dinero, pero un día, un día inesperado un hombre llegó al pueblo con un solo propósito: destruir a la familia Flores. Él terminó matándolos a todos, los torturo e hizo con ellos  lo que quiso  y luego, dio de comer su cuerpo a los lobos del bosque.

Uniones peligrosasWhere stories live. Discover now