✞Capítulo 28✞

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Christopher Vélez.

Caminé por la acera hasta llegar a la casa de Nessa, la miré salir con aquel vestido azul que tanto había estado hablando por mucho tiempo, traía una sonrisa de oreja a oreja y bajaba las escaleras con toda velocidad hasta llegar a mí y recibirme con un abrazo.

Poco después caminábamos por todo el pueblo, platicábamos de lo jodido que era vivir escondidos, del miedo que daba ser descubiertos y de lo injusto que había sido la vida con otras personas. Yo no era de aquellas personas que solían quejarse de su vida, más bien era de esas personas que solo disfrutaba de lo bueno de esta y aunque la vida en Carpenwood no era la mejor tenía sus buenas cosas, por ejemplo yo y eso nadie lo podía negar.

En todo el camino había estado pensando en Karim y en lo que había dicho. Su ligera voz penetraba cada lugar de mi cerebro y lo iba consumiendo cada vez más, sentía la necesidad de obedecerle a lo que había dicho esta misma mañana, justo después del desayuno.

—Deben irse. —susurró. —Aquí ya no es seguro para ustedes, chris, en especial para ti, Nessa, esa chica que sé que te está volviendo loco y para mi hermano.

Sus manos acariciaron mis mejillas, su ojo derramaban unas cuantas lagrimas y antes de que yo pudiese decir algo descubrió su rostro.

—Por favor... —pidió en un susurro.

[...]

Para cuando volví con Nessa ella ya se encontraba mirándome de una manera extraña, interrogante e incluso parecía que estaba viendo al chico mas delirante en todo el jodido universo.

—Tú sí que estás loco. —soltó con una risilla incrédula.

—Sé que esto puede ser real, no conozco a Karim del todo, pero hasta tú has confiado en un completo desconocido. —me detuve a mirarle, con los brazos cruzados y manteniendo una actitud firme. —¿Y sí regresamos por ellos y nos vamos de Carpemwood? Incluso podemos buscar algo mejor, una vida fuera de esto, nos cambiamos los nombres e iniciamos desde cero. —sugerí.

—Y... ¿Esto a que viene exactamente, intruso? Es un poco extraño a que me lo digas justo cuando vamos a recibir nuestro título de preparatoria. —la pelinegra me miró extrañada con aquellos ojos demandantes y aquel ceño arrugado.

Me encogí de hombros y negué con lentitud restándole importancia al asunto, casi fingiendo que nada estaba pasando y que mi petición simplemente era la de un adolescente parrandero.

—No sé, solo pienso que puede ser algo mucho mejor para nosotros, aunque también siento una corazonada. —admití, llevando mi mano a la parte trasero de mi cabeza. 

¡Mentiroso!

—Es que no podemos solo irnos así como así. Somos dos chicos de dieciocho años que viven de sus padres y otros dos que aunque han sobrevivido a lo más heavy no creo que puedan vivir a un estilo de vida que en su vida lo han hecho, solo te pido que lo pienses un poco, Vélez. —insistió.

Aunque me costará admitir ella tenía bastante razón a la hora de hablar sobre el tema de como podíamos sobrevivir fuera de Carpenwood. Sonaría como si fuera lo peor, pero para eso tenían que ver el desastre que era ella o el desastre que era yo para entender a la perfección que éramos dependientes de nuestros padres. Eso y que éramos unos completos buenos para nada.

Por otro lado, debía ver el hecho de que las precisas alertas  de Karim podían ser tan ciertas, sabía que ella no estaría mintiendo, y aunque hace poco la conocía había demostrado que podía ser de fiar. Así que si confiaba mucho y temía.

—¿Confías en mí o no? —hice aquella cuestión.

Sus ojos azules rodaron en fastidio y se escuchó un quejido leve proveniente de ella.

Uniones peligrosasWhere stories live. Discover now