✞Capítulo 11✞

40 8 48
                                    



Bridget Derrick.

»Una ficha nueva en el tablero de juego«




—Dices que tú madre pertenece al cuerpo del FBI, ¿por qué no le pides ayuda?— cuestionó la chica nueva.

—¿Por qué, exactamente?— cuestionó Emily.

—Emily, tú sabes cómo es esa señora cuando se le mete algo a la cabeza.— me excusé.

Emily, mi mejor amiga desde preescolar. Una chica alta, tez blanca y unos grandes y hermosos ojos azulados; era esbelta y lucia una figura estable, con cualquier tipo de roba que se colocará se veía tan bien. Emily pertenecía a la familia Camacho y, sí, su hermano mayor era Richard Camacho, y aunque su parecido era muy escaso, ambos eran muy unidos.

Emily solía ser la típica mejor amiga que te daba los consejos más divinos y puros, yo solía ser la típica persona que los aceptaba pero nunca los ponía en práctica, realmente era así porque yo mismo quería hacer las cosas por mi sola, no porque alguien más me lo tuviese que pedir.

—Sí, un poco, pero no creo que quiera que algo te pase o que sea yo.— insistió.

—¡Por eso mismo!— hablé con obviedad. —Si mi madre llega a ver a esta chica aquí, seguro pensará que es un peligro, y la echará.

—Aunque la chica no se ve como una amenaza.— intervino Maddison.

—Ah, es que la cuestión aquí es que no puedo fiarme de ella, las apariencias engañan, Barulich.— suspiré.

—Bien, si tienes alguna otra mejor idea, suelta ya, antes de que yo me atreva a atravesar el jardín e ir a decirle a tu madre lo que tienes aquí.— Emily mordió el interior de su mejilla genuinamente.

—Aveces eres irritante, Camacho, irritante.

—Lo sé, claro que lo sé, ¿que puedes esperar de mí?

Di un leve suspiro para después mirar a la chica que se encontraba recostada sobre el sofá durmiendo tranquilamente. 

Ya había pasado días desde que Erick y su hermana habían metido sus malditas manos y presencias asquerosas por ahí, realmente, después de tiempo aún seguía tan molesta por lo que había sucedido aquel día, pero había estado controlando mis impulsos para no darle un gran puñetazo en su cara cada que aparecía en mi visión.

Respiré, me sumergí en lo más profundo de mi maravillosa cabeza, busqué la mejor de alguna de las tantas ideas que tenía, y realmente, ni una me pareció tan confiable como la que pronto se sumó.

—¡Madd!

—Maddison, por favor, así— sonrió amigable.

—Bien, como sea, ¿me harías un favor?— quise saber.

—Si está en mis manos, lo haré, si no, lo siento.— Se cruzó de brazos.

Maddison se mostró atenta a lo que iba a decir, sin embargo sabía que lo que le pediría era en vano, ella no aceptaría y me daría el "No" penas escuchara mi petición.

—Bien...— tomé aire —Llévate a la chica, en lo que yo veo como carajo arreglo todo con mi madre, ¿sí?

Su rostro se arrugó, mostró sorpresa y confusión al mismo tiempo, entendía su acto; sabía que por más alocado que sonara sería algo muy bueno antes de que mi madre me diera el gran regaño de mi corta y hermosa vida.

Maddison soltó un farfullo y no logré escuchar que fue lo que dijo, después de eso, soltó una diminuta risa con cero gracia. Negó tan pronto paró de reírse.

Uniones peligrosasWhere stories live. Discover now