Capítulo 4

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Bridget Derrick.

     »Los tres mosqueteros están en aprietos.

Observe la vista tranquilamente.

Me encontraba parada en la acera, justo enfrente del colegio; mi acto fue totalmente extraño, porqué jamás había hecho aquello pero estaba totalmente agradecida con la vida de que me haya largado de la cabaña.

No soportaba estar con ellos.

Antes de entrar al colegio miré un carro que, a decir verdad nunca había visto.

El pueblo no era tan grande, y las pocas personas que vivían en él, solían ser conocidas por todos, incluso hasta el barrendero de las calles o el vagabundo que visitaba con frecuencia la cafetería.

No perdí el tiempo en querer saber de quien se trataba, y...

¿Una nueva familia?

Jamás los había visto, mucho menos era común que una nueva familia se mudara de la nada a este pueblo rodeado de gente extraña y exótico.

Muy raro...

—¡Son los nuevos!— dije posicionándome enfrente de ellos. —Sean bienvenidos a este pueblo.

La chica echó una mirada de confusión al chico que al parecer era su hermano porque compartían algunas similitudes.

—Si nos dieran diez dólares por cada vez que no los han dicho ya tuviéramos más de quinientos dólares.— sonrió hostilmente.

El chico soltó aire por sus narices alzando ambas cejas en desespero y tomó el camino hacia la entrada del colegio.

—Soy Bridget Derrick. Encantada.— le ofrecí una gran sonrisa, extendí mi mano esperando su saludo.

—Maddison Barulich. Un gusto.— sus labios rosados se curvearon hacia arriba dejándome ver una sonrisa perfecta.

La chica rubia de ojos azules no se veían ingenua y tranquila, tampoco se veía como una chica fastidiosa e irritante, en cambio, tenía una escénica única que, a decir verdad no lograba descifrarla en ese momento.

Su rostro se veía tan suave como una piel de porcelana, pequeños lunares adornaban algunas partes de su rostro haciéndole lucir aún más linda, sus ojos azules claros desprendían mucho brillo y, su mirada maliciosa vestía de dulzura.

—Aquí siempre acostumbramos a que los nuevos tengan una muy buena bienvenida,— comenté mientras caminábamos por los pasillos llenos de alumnos. —por ende, quiero invitarlos esta tarde a mi casa, un pequeño convivio, estarán amigos, así socializan.— sonreí.

—Las fiestas no son mi mejor fuerte, pero sólo por ser la primera vez que llego al pueblo no puedo negarme a una oportunidad así de conocer personas y mucho menos si me lo está ofreciendo una tía muy chula.— habló con una pizca de hostilidad entre sus palabras.

Así que era Española.

Así que los Barulich eran los recién llegados, y serían los mismos que tendrían una probadita de mis bienvenidas.

Mis clases llegaron y el aula ya estaba repleta de alumnos y en una de las butacas estaba Nessa, mi quería prima.

—Realmente me parece bastante ofensivo que no tomen mis advertencias, Nessa.— comenté apenas me senté a su par.

Ella echó una mirada pesada, penetrante que informaba que le valía poco cada cosa que le dijera en adelante y terminó ignorándome.

—¿Qué tal si el tipo decide hacernos daño? Uno nunca sabe qué mañas pueda tener una persona así.

Uniones peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora