✞Capítulo 18✞(pt2)

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Bridget Derrick.
»Bajo los secretos«

[...]

Abrí la puerta de mi habitación de lado a lado, esperando ver lo mismo que siempre, sin embargo, apenas visualicé todo a mi alrededor, pude detectar la pequeña caja que yacía sobre la mesa de té que se encontraba en mi habitación. Me acerqué con detenimiento y sin quitarle la vista a la caja negra la cual tenía un listón rosa con el acabado de moño.

Sonreí al darme cuenta que tenía posada sobre ella una rosa roja, aunque, más bien era tinta. La tomé entre mis dedos y la llevé hasta mi olfato.

Deshice el moño y abrí la caja con una sonrisa de oreja a oreja. Lo primero que pude ver eres un pequeño sobre donde estaban marcadas las iniciales de Louis Devis (LD). La abrí con entusiasmo:

"Dulce princesa roja, espero que este detalle te agrade tanto, porque fantaseo tanto vértelo puesto."

Sentí mis mejillas arder por aquellas cortas pero ardientes palabras escritas sobre el papel amarillento.

Sinceramente, no tenía ni una sola intención de que mi acto ante eso fuese morder mi labio inferior, pero sucedió. Saqué la decoración de la caja y pude darme cuenta que había una tela roja lisa. Apenas lo saqué por completo me di cuenta que se trataba de un hermoso y sexy vestido de seda bastante holgado de seda.

No pude contener a medírmelo y verme al espejo, era un increíble obsequio y me quedaba a la perfección. Yo siempre me veía hermosa, eso nadie lo discute y jamás perdía tiempo en hacérmelo saber, pero verme al espejo, tan divina y deslumbrante me hacía sentir jodidamente sexy y deseable.

Acompañada de un paraguas y un gran abrigo moderno, salí por aquella gran puerta después de haberme dejado aún más bella de lo que ya era. El hombre que conducía el auto me abrió la puerta y me ayudó a meterme al auto. Y después de que le di la dirección el plebeyo se había negado descaradamente a llevarme a los suburbios, pues me indicó con firmeza que aquellas calles eran muy peligrosas y se encontraban llenos de maleantes.

—Descuide, el mundo, en especial aquí está pletórico de ellos, ¿por qué cree que estamos donde estamos? —

Aguardó silencio y condujo sin decir más.

Al cabo de unos minutos llegué al dichoso hotel donde se hospedaba Louis, y me vi subiendo por aquellos viejos y rechinadores elevadores, donde simplemente parecían sacados de una película de terror.

Literalmente, este no es un lugar para una cita.

Tomé una gran bocanada de aire apenas estuve frente a la puerta de su habitación y tocarla con suavidad. Me abrió tan rápido que no pude ni siquiera pensar como sorprenderme de mirarlo.

—¡Mierda! —se quejó.—Debía marcarte que me avisaras cuanto estabas abajo. —se rascó la nuca.

—Claro que sí, amor, me encuentro perfecta como siempre. —fungí.

—¡Doble mierda! —soltó.—Y te vez... —me examinó con entusiasmo.—bellísima. —babeó.

Solté una pequeña risilla y negué con diversión.

—¡Pero mírate tú! Te vez como un modelo británico de revista. —chuleé.

Después de bromear por unos minutos, Louis me dejó pasar por completo a su habitación y grandísima fue la sorpresa que me llevé cuando encontré aquella mesa decorada con velas, flores y platillos que se encontraba en medio de toda la habitación, además, para agregarle un poco más de romanticismo y sensual a esta escena, Louis había hecho un angosto camino de rosas desde la mesa hasta la cama la cual, también estaba invadida de pétalos rojos.

Uniones peligrosasWhere stories live. Discover now