Capítulo 2.

220 28 69
                                    


                     Nessa Morgan.

                      »¡¿Otro más?!«



—¡¿Cómo qué hay una chica?!— cuestionó alarmada la castaña.

—¡Shhh!— intervine. —Pero que sí, que la hemos encontrado tirada e intentamos ayudar.

—¿Qué se creen o qué? ¿Doctores? ¿Policías?— ironizó.

—Bueno, Brid que tampoco te pongas en ese plan, sólo dime ¿nos ayudarás o no?— cuestioné mirando a todos lados.

Bridget Derrick. Mi prima lejana o cercana; éramos no tan unidad a decir verdad, pero nos llevábamos bien -a veces-.

Era preciosa, claro, llevábamos la misma sangre; tenía un cuerpo de escándalo: esbelto y curvilíneo; su cabello largo y alaciado natural le hacía lucir cómo si lo cuidara de siempre; tenía esos grandes ojos que, a decir verdad no tenían un color fijo, eso siempre dependía del día y hora; a veces solían estar cafés claros y otras veces verdes.

—Está bien, pero quiero recompensa.— ella aceptó con una gran sonrisa arrogante.

—Bien te espero a las cinco en punto, ni un minuto más ni un minuto menos.— avisé antes de salir de aquella aula.

Había salido directo aquella cabaña donde se encontraba Christopher quien había sido voluntario para cuidar de la chica sin nombre; después de que despertó le hicimos un pequeño interrogatorio, pero no habló, parecía tener la lengua mordisqueada, o tener miedo, ni una sola palabra podía sacar de su boca.

—¿Habló?— cuestioné observándola desde una cierta distancia.

Christopher y yo habíamos tomado la pequeña manía de hacer un círculo confidencial entre ambos cada que queríamos decir algo que la chica no podía escuchar.

—Ni una sola palabra.— pasó sus manos por su cara. —He estado a punto de tirar todo y dejarla ahí.— gruñó.

Yo solté un suspiro de cansancio.

La chica no era una niñita, mucho menos era muda, de ser así no hubiese pedido ayuda la primera vez, estaba haciendo totalmente difícil.

—Tenemos que hacer que entre en confianza como para que pueda hablar, aunque sea una sola palabra.— puse mis manos sobre mis caderas.

—¿Qué te ha dicho Bridget?— quiso saber.

—Estará con la ropa a más tardar a las cinco. ¿Qué te ha dicho Erick?— también quise saber.

Habíamos pedido ayuda a Erick y a su hermana quien estaba estudiando medicina ya que la chica no quería ir por nada al hospital, se negaba totalmente a ir, era muy extraño.

Todo lo era.

Desde el momento en el que apareció en aquel callejón desolado, donde en realidad las únicas personas que pasan son aquellos vándalos o personas que no tienen un buen trabajo, ya sabes, a vender cosas ilegales.

La tarde llegó y milagrosamente Bridget decidió aparecer con la ropa que le había pedido; ropa para la chica sin nombre.

Uniones peligrosasWhere stories live. Discover now