✞Capítulo 17✞

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Kai Bonnett.

»Una señal es suficiente.«

Me encontraba atrapado en una caja de madera, no había mucho espacio ahí, así que no había mucha manera que estirarme. Mis articulaciones dolían. Y no sabía el porqué estaba ahí.

Al cabo de unos minutos más tarde, escuché un pequeño ruido, me remolí como pude pero poco después vi una pequeña brecha de la luz del exterior; alguien había abierto la caja, quería agradecerle tanto porqué tenía demasiado ahí, sin embargo, a penas salí, el hombre caminaba dándome la espalda y lo seguí. Me había causado una gran curiosidad por saber de quien se trataba.

Era un hombre alto y robusto, vestía tan elegante, como si de una empresa fuese. El rostro no podía verle.

Él caminaba yo lo seguía, y mientras más me movía más avanzaba. Entonces decidí correr hacia él, pero fue erróneo porqué tan pronto me sintió cerca él corrió aún más haciendo que se perdiera por los pasillos. Todo era verde oscuro, no entraba ni un solo rayo de luz y yo abría tanto los ojos para poder mirar con un poco de claridad.

Me detuve sólo un poco. Pensé que lo había perdido, pero no fue así, pronto volvió de uno de los pasillos e hizo que lo siguiera nuevamente. Quería detenerme ya, quizá y era una trampa, pero mis pies me lo impedían, mi subconsciente estaba tan terca en querer ir tras aquel ser.

Giré a la derecha, justo cuando el hombre se paró y abrió una gran puerta de par en par, justo como lo hacían los niños. Se quedó mirando hacia lo que había del otro lado, yo no alcanzaba a visualizar nada; la cierta distancia que nos separaba era más o menos de unos diez metros de largo.

Entonces, decidido se adentró y mientras lo hacía, con un tono de firmeza y decretando soltó:

—Sígueme, hijo.—

Me levanté de golpe. Sudado y con la respiración tan agitad miré a mi alrededor dándome cuenta que todo aquello se había tratado de un simple sueño.

Me encontraba en la habitación que la mamá de damita me había puesto. Estaba obscuro y en este pueblo no hacía falta ventiladores, no en el tiempo en el que el frío empezaba a abrazarlo, sin embargo, yo estaba con gotas de sudor por todo el cuerpo.

No entendía mucho el sueño, no era la única vez que lo soñaba, ya eso se había repetido un par de veces cuando intentaba descansar. El sueño siempre acababa cuando me quedaba en medio de todas aquellas paredes que se asemejaban a un laberinto, sin saber que hacer o a donde ir. Aveces pensaba que era una señal de mi subconsciente, o que me señalaba con insistencia lo que estaba pasando, pues claramente me encontraba perdido, sin conocimiento alguno de mi vida. Pero posiblemente era eso, un simple sueño.

Me levanté de la cama y abrí el ventanal que se encontraba cubierto con telas tintas, apenas y entraba un poco de luz iluminando un poco la habitación.

Me senté admirando la noche, escuchando el ruido del aire, los coches y los animales amantes de la oscuridad.

Yo amaba a la obscuridad, pero no era un animal...

Suena mal, pero entiendo un poco.

Me tranquilicé, de hecho, sentí que ya estaba listo para volver a la cama, pero justo cuando iba a pararme fui testigo de como una camioneta negra que se estacionaba al frente del portón de la casa. Alcé tanto la vista para ver de quien se trataba pero no podía distinguir, sólo supe que era un hombre con lentes y traje negro, como si de un guardaespaldas se tratara.

Uniones peligrosasWhere stories live. Discover now