✞Capítulo 18✞

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Bridget Derrick.
»Bajo los secretos«


Gruñí apenas miré lo que mis ojos alcanzaban a ver a unos cuantos metros de mí. Retrocedí y me escondí aún más a lado de un auto azul que se encontraba reposando afuera de la cafetería.

Tomé una pequeña fotografía y la envié al chat de Nessa, quien sería la más interesada en saber todo eso que estaba mirando.

"Voy para tu casa, me atenderás como debe ser y hablaremos seriamente de esto."

Aguardé el teléfono en mi bolsillo y caminé lo más rápido que podía con aquellas zapatillas que mi papi había elegido para mi.

Mi falda se alzó por el viento e intenté bajarla conforme iba caminado. Había hecho tan mal en no haberme puesto aquellos pantalones de tela que mi madre me había insistido tanto, es sólo que no tomé en cuenta que el clima estaría tan alterado estos días.

Ya nadie veía el clima, sólo los ancianos y los estúpidos que creían en él.

Apenas llegué a casa de mi quería y adorada prima (que se note el sarcasmo) toqué la puerta insistentemente con los nudillos. Pronto el ardor en ellos empezaba a hacerse presente. El frío lo provocaba.

Los mensajes de Nessa fueron leídos, pero fueron cínicamente ignorados.

A veces, debía admitir que la insufrible de Nessa me parecía un poco tan testaruda, y llegaba a ser insoportable. No me gustaba decir que éramos la mejor familia, la más unida y amigable de todas, porque eso no era así, de hecho, Nessa y yo casi no nos topábamos, y si lo hacíamos, era para sólo discutir, porque jamás estábamos de acuerdo con nosotras mismas.

Un ejemplo era que Nessa prefería las películas de romance (totalmente patético) y yo, yo era más de las películas de terror, que era casi todo lo contrario a lo que ella le gustaba.

Nessa, desde pequeña había sido así, tan ilusa. Siempre se la pasaba buscando el mal para ella misma y el mal para todos; siempre decía que hacía lo mejor para todos, pero era mentira, siempre buscaba el bien para ella misma. Era una egoísta como su padre.

Todo mundo la adoraba, y de eso no estaba molesta, porque amor me sobraba a mi, de hecho, lo que ella tenía, yo lo tenía de sobra, realmente, no me hacía sentir menos con pequeñeces, pero lo que sí detestaba con todas mis fuerzas, era que tratara de alejar a las personas de mi, como lo hizo con Christopher y con otros cuantos amigos más.

Las personas la miraban como la chica perfecta, y estaba bien cada quien mira a las persona como querían, pero no se daban cuenta que lo que tenían enfrente no era más que una réplica del oro.

La puerta se abrió, dejándome ver a una Nessa más jodida de lo que ya era. Su cabello negro azabache estaba tan revuelto, su ropa era todo un asco como su rostro ojeroso. Aunque lo que menos me hizo llamar la atención fue su manera inútil de vestir; siempre utilizaba jeans de mezclilla con blusas polos de diferentes colores y lo acompañaba con una chaqueta de cuero.

Era un desperdicio el tiempo que invertía en las compras. Yo ya había hecho lo posible por que su horripilante look cambiará, pero era imposible, con ella no se podía absolutamente nada.

Al final de cuentas, aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

Aquello hacía remarcar que, aunque Nessa vistiera la ropa más hermosa del mundo, siempre sería Nessa, la absurda Nessa.

—¿Qué quieres?— preguntó con fastidio.

—¿Qué pensabas, dejarme ahí muriendo de frío?— inquirí un poco ofendida.

Uniones peligrosasWhere stories live. Discover now