Rey Mono.

XII.

Minutos antes de comenzar el encuentro, Naruto y Ojiro se encontraban los dos juntos hablando en una habitación.

Naruto dejo escapar un suspiro largo y cansado.

- Un quirk que manipula a las personas- exclamó el rubio procesando la información dada por su compañero-. ¿No es algo muy poderoso?-

- Si, pero solo es fuerte cuando hablas con él. Cuando le respondí, mi mente su puso en blanco- informo Ojiro-. Entonces creo que necesitas responderle para que active su quirk-

- Si abro mi boca es mi fin, ¿eh?- susurro Naruto.

- Bueno, eso era todo lo que tenía que decirte-

- Me has ayudado mucho- agradeció el rubio sonriendo.

Ojiro solo negó con la cabeza.

- Puede que sea demasiado pedir, pero... ¡por favor da lo mejor de ti, por mi!- pidió Ojiro.

Naruto solo sonrió mostrando aquella sonrisa característica de él.

- ¡Déjamelo a mi!- exclamó golpeándose levemente el pecho con el puño cerrado.

Naruto solo miraba al suelo terminando de recordar aquella escena, arrodillado.

- ¡Uzumaki está afuera del cuadrilátero! ¡Shinsou avanza a la siguiente ronda!-

Aquellas palabras dichas por Midnight fueron como un balde agua fría cayendo por su cuerpo.

Con la cabeza gacha, Naruto comenzó a caminar hacía la salida. Su flequillo, ensombreciendo su cara, evitaba que alguien viese las lagrimas que corrían por sus mejillas.

Aquello fue como escupirle a Ojiro y toda la clase en su cara.

Los aplausos de la gente comenzaron a resonar por todo el estadio. Aplausos secos, sin gusto. Naruto sabia que eran aplausos de lástima, aplausos obligatorios, aplausos sin chispa.

¡Tap! ¡Tap! ¡Tap!

Finalmente, a pasos lentos, Naruto se adentro en el oscuro pasillo.

Cayo arrodillado en la mitad de aquel pasillo, solo, soltando un grito descargando todo lo que sentía.

Aquel grito fue opacado por el retumbar de las voces y aplausos del estadio. Nadie lo había escuchado. Nadie había presenciado la escena que marcaría el ascenso de uno de los mejores héroes de la historia.