Capítulo 11.

78 3 0
                                    


MADELEINE.

Ben había cortado conmigo hace un día, y ésta noche Erick se me declaró, lo cual me dejó sin palabras. El día fue raro y largo. Con Katherine nos habíamos vuelto buenas amigas, a pesar de saber que se acabó todo con su hermano; y Maia me contó que Tania se había ido de viaje y sin despedirse de mí.

Suspendimos el viaje en busca de nuestra amiga, ya que ella avisó que estaba bien, pero que se iría unos días con su padre. Ellos no siempre se llevaron bien, y ambos necesitaban este viaje.

Tania estaba enojada conmigo, y aun desconocía sus motivos, pero lo averiguaría apenas ella vuelva.

Katherine y Erick iban a casarse, en dos o tres días, y a decir verdad, era un casamiento que nadie quería, por lo menos no los jóvenes. Kath había empezado un romance con Bastián, y se notaba que se querían; Erick me dijo que sentía atracción por mí y por un lado me agradaba, pero sabía que él no era para mí, Ben me lo había advertido.

Mamá al final esta noche no trabajaría, y como hacía mucho no pasaba, peleamos.

-Tu padre quiere verte Madeleine, es tu decisión, yo no te obligaré a nada...-dijo en un tono serio.

-Ya te dije yo que de él no quiero saber nada, para mí está muerto ese hombre, yo no tengo padre, y al parecer ya no tengo madre. Me prometiste que ese hombre no volvería a nuestras vidas, y andas a escondidas reuniéndote con él. Rompiste tu promesa...-dije con la voz cortada, y lágrimas en los ojos, hasta que sentí el ardor en mis mejillas, sentí la mano de mi madre contra mi mejilla.

-No me hables así Madeleine, solo hago lo mejor para nosotras...-dijo con casi lágrimas al brote.

-Lo mejor para vos, será. Rompiste tu promesa, y perdiste toda mi confianza, sabes...-dije llorando, y salí de la cocina y me fui afuera, cerrando con un fuerte portazo.

Después de mi charla con Erick, y de que me acompañara hasta mi casa, me dirigí a mi cuarto. Como hacía mucho frío, me bañé y me acosté. Cerré la puerta con llave para que nadie me molestara, y puse música para no oír nada ni a nadie. Lo último que escuché es a mi madre que quería hablar conmigo, pero yo no tenía nada que hablar con esa mujer.

"MADELEINE, ÉSTA NOCHE TE VI MUY TRISTE, Y SOY SINCERO, NO ME GUSTA VERTE ASÍ. SI QUERES, PODÉS CONTAR CONMIGO, Y CONVERSAR CONMIGO LO QUE NECESITES. CONTESTAME CUANDO LO DESEES. UN BESO MI PEQUEÑA MAD, PROXIMAMENTE TUYO: ERICK."

El mensaje de Erick me había alegrado, pero me dormí apenas asenté la cabeza en mi almohada.

Me desperté toda mojada, y con mucho frío, volaba en fiebre. Mi orgullo era mucho más grande, asique no iba a avisarle a mi madre, asique tomé mi celular y marqué a Erick.

-Hola Madeleine, es tarde ¿Ocurre algo?...-respondió él.

-No, me siento muy mal, te necesito ahora...-dije con muy poca conciencia en mis palabras. Sentí que cortó, y en unos minutos, sentí unos golpes en mi ventana. Al cabo de unos minutos, le abrí e ingresó.

-Madeleine, ¿Qué te pasa?...-me preguntó pero yo no pude responder.

*****---*****

-Buen día chiquita, ¿Ya te sientes mejor?...-me habló y yo no entendía qué pasaba.

-Erick! ¿Qué haces acá?...-pregunté media desentendida.

-Madeleine, anoche me llamaste, llegué y volabas en fiebre. Te cambié la ropa, porque estaba muy mojada...-mi mirada seguro dijo de todo...-no te preocupes, nunca me propasaría con vos, luego te acosté y me acosté con vos. Estuve toda la noche despierto por si necesitabas algo. Ah, y tu madre te ha tirado esto por debajo de la puerta, ¿Algo que quieras contarme?...-sus palabras eran un alivio para mí.

Luces de FebreroWhere stories live. Discover now