Capítulo 19

55 4 0
                                    


ERICK.

La semana fue complicada, los días eran complicados, la convivencia con Kath era complicada. Ya llevaba un mes de su embarazo, y sus antojos no cedían. De dia Bastián se encargaba de ella, de noche yo.

"Ay me antoje de caramelos. Quiero caramelos" Kath, un domingo a las 2 de la madrugada.

"Quiero una torta de chocolate." Bastián buscó panadería por panadería, y no consiguió. La pobre Maia terminó haciéndole la torta a su cuñada, quien no la comió porque ese antojo se le había ido, y ahora quería una tarta de coco.

Y así puedo seguir y hacer un libro de recetas con los antojos de Katherine.

Los antojos eran lo de menos. El problema venía cuando comenzaba a llorar. Estaba sensible por todo; veía un pájaro lloraba, cuando vio a un niño con su globo, dos hermanitos jugando con una pequeña pelota; cuando Ben le trajo el primer regalo, cuando John presentó a Maia como si novia, cuando el viento soplaba, todo eso fue motivo de llanto.

Después estaba su malestar. Cada dos por tres estaba en el baño vomitando. Y llorando. El medico nos había dicho que esto era normal, que sería solo un tiempo más, que tuviéramos paciencia.

Además de todo lo que vivíamos con Kath, que por cierto, era hermoso igual acompañarla en toda esta etapa, estaba Madeleine. Habíamos decidido ir de a poco, conocernos y entendernos. Aún tenía miedo, todos estos sentimientos eran nuevos para mí. Le conté poco de mi vida, en realidad, solo le conté toda la historia de Martina.

Ella me dio todo el tiempo del mundo, hasta que yo esté seguro de querer y poder contarle todo.

Ya había pasado un mes, y nuestros padres insistían en que debía conseguir un trabajo, para mantener a mi familia. Y eso iba a hacer, no tan solo por Kath, a quien iba a ayudar, sino por mí, y es por eso que con John y Bast íbamos a ir a buscar trabajo. Además, necesitábamos alejarnos de Kath un rato, antes que nos termine comiendo a todos.

La ciudad estaba tranquila, era otro dia gris. John hablaba con Maia, y yo caminaba más adelante con Bastián. Estaba preocupado, aun no les contaba a sus padres del embarazo, no porque fueran a enojarse, sino, porque había embarazado a una mujer casada, y sus padres eran de los que respetaban mucho las reglas. Antes de los hijos, el casamiento.

Paramos en una esquina, a esperar a John, quien venía a paso de enamorado. Él siempre encontraba la forma de hacernos, hasta cuando no decía nada. No hizo falta decir nada. El novio enamorado, romántico, por distraído, pisó mal una baldosa que estaba salida, y cayó en un pequeño cantero con flores. Las chicas del local se molestaron mucho, y en lugar de ayudarlo a levantarse, lo sacaron corriendo. ¡Sí que estaban enojadas!

Después de aproximadamente media hora riéndonos, continuamos. Había muy pocos empleos, y los pocos que había, eran para mujeres.

Caminamos y caminamos, viendo vidriera por vidriera, hasta que llegamos al gimnasio, y vimos un cartel, entramos confiados de que sería un trabajo en ese lugar, pero que equivocados estábamos.

*****---*****

-Ya John, deja de reírte...-le suplicaba a mi amigo que no paraba de reír como loco.

-Es que debes verte con ese pantalón, esa peluca y esa nariz....-dijo casi en susurros porque su risa volvió.

Tal como imaginamos, el trabajo no era en el gimnasio, sino, que ellos, como tantos otros comercios, habían puesto el mismo letrero. Después de hablar con el personal del gimnasio, nos mandaron al hospital, donde nos darían más información.

Luces de FebreroWhere stories live. Discover now