Capítulo 18

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ERICK.

Madeleine era hermosa. Verla dormir era un sueño. Ella había estado tan segura. Se entregó a mí, después de todo lo que le hice. Fue una noche realmente mágica.

Ella se entregó a mí en cuerpo, pero yo me entregué a ella en alma.

En la mañana, seguía durmiendo, es por eso que pensé que llevarle el desayuno a la cama seria agradable.

Me di un baño, y cuando sali, no la vi en la cama.

-Erick, acá estoy...-dijo, gritando desde la cocina.

Estaba vestida con su ropa interior y encima mi camisa. A ella le quedaba hermosa.

-Buenos días, angelito...-le dije, depositándole un casto beso.

Desayunamos tranquilos, y volvimos a la cama. Afuera aun llovía, y quería aprovecharla todo el tiempo posible.

-No quiero que vuelvas a trabajar a ese bar...-le dije serio.

-Erick, por favor...-respondió ella.

-Está bien, no hablemos de eso. Cuéntame de tu amistad con Oscar...-inquirí celoso.

-Ay Erick. ¿Acaso tenés ganas de volver a pelear? Oscar es un amigo, nada más...-dijo enojada.

-No, no quiero pelear, tienes razón perdóname. Cuéntame de Haily...-pregunté, evitando problemas.

Madeleine me habló de su hermana. Me contó todo lo que había pasado con su padre, y el peligro que corría la madre de Haily. Nunca mencionó que su padre planeaba vengarse, buscándola a ella. No quise preocuparla, yo iba a cuidarla. No permitiría que ese miserable la lastimara.

La lluvia había cesado, el dia aún estaba fresco. Pasamos el dia en cama con Mad. Estar con ella era maravilloso, me encantaba pasar cada segundo a su lado. Pero hasta del sueño más bonito hay que despertar.

-Erick, ya llévame. Tengo que trabajar...-dijo Mad, no muy contenta. Resoplé, pero aunque yo no quería, y sé que ella tampoco, nos levantamos y nos fuimos.

La llevé a su casa para que se cambiara, y la esperé para llevarla al bar. Tenía prohibida la entrada a aquel lugar, pero eso no evitaría que estuviera cerca para cuidarla.

La llevé a su trabajo, me despedí de ella con un beso, y fui a mi nueva casa. John y Katherine me esperaban, solo esperaba que nada malo hubiera sucedido.

Llegué, y ambos me esperaban. Nadie lloraba, no había gritos, al parecer todo estaba bien.

-¿Dime que trataste bien a Madeleine y que no la dejaste abandonada?...-me preguntó Kath, casi a los gritos, y preparada para darme un golpe. Solo por si acaso.

-Ya cálmate Katherine. No la dejé abandonada. Pasamos la noche juntos...-dije, avergonzado.

-¡Eeeeeeaaaaaa! Ese es mi amigo...-dijo Jonathan saltándome por la espalda, muy contento. Al parecer él también había tenido una buena noche.

Sin muchos lujos, nos contamos lo que había sucedido la noche anterior. Katherine se veía muy alegre, disfrutaba vernos felices a los dos.

-Han conseguido por primera vez dos chicas que valen la pena. No las pierdan...-no regañó Kath. Yo asentí, y John solo reía.

¿Qué le había hecho esa chica a mi amigo? Es decir, siempre fue así, pero ahora estaba, no sé, idiotizado.

-Enamorado es la palabra que buscas, ¡Oh, amigo mío!...-decía John, a los gritos, y bailando como una gacela.

Luces de FebreroWhere stories live. Discover now