Capítulo 12.

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"Por las estrellas que escuchan y los sueños que se hacen realidad"

Apego.

Liam.

Nunca me había estresado tanto con un trabajo y menos con este, pero estaba completamente jodido y en blanco. Quizá sea por la chica tumbada a mi lado, por su aroma o por sus pantaloncillos cortos de andar por casa que me distraían constantemente. No sé, solo quería hablar de algo con ella pero tenía que terminar esto para mañana, lo había pospuesto demasiado. Y cuando la pelirroja me invito a pasar la tarde a su habitación no pude negarme, aunque me distraiga tan solo con estar leyendo un libro a mi lado.

Hace tan solo unos meses de conocerme y ya me siento completamente cómodo simplemente haciendo esto, no hablando, solo con nuestra presencia de compañía. Algunas personas dicen que los silencios son incomodos, yo no creo eso, creo que ese corto periodo de tiempo en el que no dices nada y dejes que las miradas, las caricias, las manías hablen por sí sola, son los mejores momentos.

Quería creer que ella me necesitaba aquí, justo a su lado, que era un pilar en su vida.

Hace dos días que no pisábamos la biblioteca, yo no la llevaría más allí. El lugar donde su novio le refregaba en la cara que no le importaba ni un poco. Josh era un imbécil, creí que no podría controlar sus celos y que viniera a por mí. Pero mi cara seguía igual de guapa que siempre, sin ningún morado.

Por esos habíamos decidido en silencio que sería mejor estar aquí, aunque no entendía de qué iba nuestro plan, en su habitación no servía que la tocara y la provocara por qué su novio no estaba.

Así que no sabía que hacíamos en concreto, quizá nuestro trato había pasado a un segundo plano y simplemente se estaba dejando llevar. No creí que sería tan rápido la verdad.

Por qué cuando las cosas se torcieran un poco era mi turno de entrar de verdad.

—Entonces... la competencia me robo los planos de un proyecto importantísimo —hablo luego de cerrar con un golpe seco su libro.

—¿Eh?

—Estas en blanco Liam, ¿Por qué no te ayudo un poco? —se incorporó sentándose como indio en la cama. Tenía una muy buena vista de sus piernas.

Me incorpore y le indique que siguiera hablando.

—¿Todo el caso está en tu cabeza no? —Asentí sin comprender aun— por qué no la situamos como una situación real.

Deje la computadora en el piso y me recosté en la cama. Ella se acercó más a mí, puse una mano sobre su muslo. No le importo.

—A ver, ¿Qué pasaría si te estoy mintiendo? No me frunzas el ceño te hace ver enojado, si lo planteas de una buena forma puede parecer lógico. Mira, yo hice la demanda ¿no? ¿Pero y si yo fui la que robo los planos originales y copie la idea?

—¿Entonces por qué demonios ibas a demandar?

Aplaudió con fuerza en mi cara.

—Pero ellos me culparan sobre eso como defensa. Lo estás haciendo en mi computadora cosa que no sé por qué, pero lo estuve leyendo. —se inclinó a tomar la computadora. Yo aproveche para inclinar un poco la cabeza— no me mires el culo.

—No hay mucho que mirar —me defendí. Ella rodeo los ojos.

Ainhoa tenía buen frente y aunque pensara que su culo no era precisamente la primera opción de un chico para fantasear, para mí lo era. Todo ella era miles de fantasías.

—Escribiste cuarenta paginas en donde explicas todos los motivos que tenía esa empresa para robarlos, desde un gráfico de ganancia y perdidas en los dos últimos años, hasta entrevistas en la que se refería a amenazas hacia mí, que soy la dueña de muchas empresas en tu cabeza.

Sedúceme como quieras #2 ©Where stories live. Discover now