Capítulo 16.

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"Bésame otra vez —dice ebrio— bésame hasta que me harte. Si tu eres la enfermedad, supongo que puedes ser la cura al mismo tiempo" El rey malvado.

Atravesando barreras.

Ainhoa.

Los truenos seguían sonando estruendosamente fuera, haciendo que las latas de la residencia crujieran. Cerré los ojos cuando volvió a sonar el cielo, no paraba, no iba a parar nunca.

«—Esto es por lo que tu padre le hizo a mi hijo... —hablo contra mi oreja con su asquerosa voz. Quito el cuchillo de mi interior y volvió a enterrarlo en mi espalda, me quedaba sin aire— tómalo como un mensaje bonita.»

Lleve mis manos a mi cabeza sollozando, quería acallar su voz, este tiempo lo único que hacía era que recuerde lo que ese señor nos hizo en el mirador.

Josh seguía sin contestar mis mensajes ni mis llamadas, me mandaba al buzón de voz y creí morir cuando su voz volvió a resonar en mi cabeza.

«—Tu, niño bonito te llevaras la peor parte —fue entonces cuando escuché su grito doloroso.»

Estaba muy asustada, realmente desde ese día le temía a los truenos y esta sería una tormenta que hace mucho no ocurría por aquí. Esto no podía estar pasando, él tenía que responderme los mensajes. El vendría.

No sé cuánto tiempo estuve intentando localizarlo, los truenos no me dejaban pensar, mis mejillas ya estaban empapadas y el nudo en mi garganta no me dejaba hablar. Mi cuerpo estaba ya paralizado apenas desperté con el ruido, desde entonces no he salido de la cama.

Estaba temblando y no podía controlar mi respiración. Solloce y me dije una y otra vez que el vendría. No pare de llorar hasta que unos fuertes golpes me sobresaltaron, estaban tocando mi puerta.

Era el, ¡dios si era el! Por un momento creí que no vendría. Seque mis mejillas cuando volvieron a tocar la puerta desesperadamente. Quizá Josh estaba viniendo y por eso no contestaba el móvil.

Prácticamente salte de la cama y corrí a abrirle la puerta.

Creí encontrar a Josh pero fue todo lo contrario. Sus ojos eran cafés acaramelados en vez de azules, su cabello castaño y sus labios gruesos no eran los de mi novio.

Liam respiraba pausadamente como si hubiera venido corriendo bajo esta lluvia, y su cuerpo empapado de la cabeza a los pies que mojaba todo el piso del pasillo me lo confirmaba. Se tambaleaba un poco como si no pudiera mantenerse de pie.

Abrió la boca como si no encontrara las palabras.

—Yo... recordé que le temías a los truenos y... —soltó el aire negando con la cabeza— luego vi a Josh en el bar de Artemis y supuse que estarías sola muerta de miedo, así que vine.

La mención de mi novio hizo que me diera una punzada en el pecho al tiempo que mis ojos se nublaban de agradecimiento, él estaba aquí. No había dudado en venir por mí.

No podía creer que estuviera aquí y hubiera recordado lo que le dije hace semanas cuando recién nos conocíamos. Ni siquiera sabía la gravedad de mi miedo por las tormentas y truenos y aun así estaba parado enfrente. Mi pecho se inflo de algo que no supe descifrar pero si supe que me hacía sentir completamente feliz.

—No te ves muy contenta de que este aquí —refunfuño frunciendo el ceño mirando mis pies descalzos— si quieres puedo...

—¡Noo! —me lance hacia el a abrazarlo al tiempo que un trueno hizo que las ventanas crujieran— quédate —le pedí— quédate conmigo por favor.

Sedúceme como quieras #2 ©Where stories live. Discover now