Capítulo 39.

354 29 5
                                    

Pandilla.

Liam.

No sé cuántos días llevo aquí, solo sé que mi ropa comienza a soltar un hedor que hace que los oficiales no querían pasar fuera de mi celda.

Perdón, nuestra celda.

Luego de ver marchar a Ainhoa me quede dormido intentando asimilar que mierda había ocurrido. Que carajos significaba esa mirada y las últimas palabras que dijo. Como si... joder como dolía pensar esto, como si yo no le importara, como si nada de lo nuestro haya sido importante.

¿Por qué? Dios mío ¿Por qué?

Dolía no poder hablar con ella, y gracias a mi arrebato me quede con la incertidumbre y fuera de las noticias sobre mi hermana y mi amigo. Fui un completo imbécil.

Lo gracioso de todo esto era que luego de que todo ocurriera mis acciones y palabras llegaron de golpe a atormentarme. Joder ¿en qué parte de mi cabeza diría cosas tan crueles hacia mi novia?

¡Me costó tanto ganármela que ahora la había perdido en un parpadeo! Y todo era mi culpa.

Pronto me trasladaron a una pequeña instalación en un ala de la comisaria especialmente por reclusos.

Ahí no pude hacer nada contra mi dolor. Al menos ellos se habían mantenidos alejados de mí.

Lo raro ocurrió después de que mis padres vinieron a verme. Padre había meneado la cabeza con total decepción y mamá no hizo más que llorar tomada del cuello de mi camisa, casi pensé lo peor. Pero papá simplemente dijo que ambos estaban en un coma controlado por doctores y que pronto iban a desconectar a Logan.

Después de que ellos partieran dos oficiales franqueaban a un tipo gigante llego de puro musculo, tatuajes y agujeros por todas partes. Solo entonces me di cuenta de algo que no había tomado en cuenta.

Fue cuando aquel tipo se me quedo observando con detenimiento un segundo y luego apunto con su dedo aquel tatuaje que solo había visto dos veces en mi vida. Una araña completamente negra marcada en su piel, solo dos personas tenían uno igual. Y esos eran Ainhoa y su padre.

Joder que escalofríos sentí cuando me dio un asentimiento desviando sus ojos hacia mi muñeca.

Y me percate del brazalete de Ainhoa. Estuve tan ido que no recordaba cuando había llegado eso a mí. Y podía estar dudando de muchas cosas ahora mismo pero, el tipo, el tatuaje y el brazalete no era una simple coincidencia.

Aquí algo ocurría, y joder como odiaba no poder enterarme.


Ainhoa.

—¡¿Qué haces tú aquí?! —espete caminando a grandes zancadas por el aeropuerto. Luego asesine a mi primo con la mirada.— Axel joder ¿Qué parte de no preocupes a mis padres no entendiste? Podría arrancarte la cabeza ahora mismo por ser tan gilipollas.

Mi primo igual o más alto que Liam entrecerraba los ojos para luego sonreí de forma socarrona.

—Vaya gracias prima, a mí también me alegra que volvieras a hablarnos —responde llevando una mano a su pecho. Rodeo los ojos cambiando mi postura de un pie a otro— como se nota que me amas tanto.

—Al contrario, te odio con mi vida y deseo que la tuya sea tan desastrosa que cuando seas viejo tendrás que contratar a una puta para que te quite el baston del culo.

Era normal que Liam pensara que Axel era mi hermano. Si casi teníamos el mismo tono de naranja en el cabello.

—¿Algún problema con que mi sobrino me haya contado jovencita? —inquiere mi madre ubicando sus manos en la cadera. Evite rodear los ojos y me concentre en su ropa, era tan raro verla con su ropa de pandilla— respóndeme Ainhoa...

Sedúceme como quieras #2 ©Onde as histórias ganham vida. Descobre agora