Capítulo 35.

357 29 1
                                    

Alguien tiene la enfermedad más conocida como celos.

Ainhoa.

Estaba un poco apenada de que se fueran tan pronto. Les había tomado cariño en el poco tiempo que pase con ellos. Entre más recuerdos comentaban sobre la vida que tuvieron viviendo aquí más en casa me sentí.

Casi como si yo hubiese estado desde siempre aquí. Con ellos.

Eran agradables, los tres, era una pena que no pudieran quedarse hasta navidad o año nuevo.

Claro que no se irían sin montar una buena fiesta de despedida. Gracias a Zac quien me conto que las mejores fiesta del instituto la daban esos tres ¿Qué mejor que una fiesta de despedida en su honor?

Aunque, Zac y yo tenemos un concepto de fiesta de despedida bastante diferente. Creí que seriamos nosotros y ellos, pero lo que me encontré nada mas Abby aparco frente a la casa de su novio fue una bomba de hormona y gente contra mi pequeño cuerpo.

¿Todas esas personas venían a despedirse de esos tres? ¿Qué eran? ¿Famosos? ¿Cómo cabía toda esa gente en la estrecha casa de Zac?

Por dios, era una locura.

Camine un poco embobada de la mano de Abby hasta que nos adentramos. Alguien me toco una teta, estoy segura.

—Se pintan o no pasan. —Nos detiene Zac con botes de lo que parece pintura fluorescente— Reglas son reglas Lex, no me voltees los ojos.

—¿Me ayudan a pintarme para que este idiota me deje pasar? —pregunto Lexie acomodándose el cabello por décima vez en quince minutos. De verdad que nerviosa estaba hoy.

Tome un poco de la pintura rosa y un te mi dedo meñique en él. Me decidí por sus piernas y con ayuda de ella le pude dibujar unas hermosas estrellas a lo largo de su muslo con una muy deforme luna en su rodilla.

En la otra le hice líneas de cualquier forma que sabía le quedarían hermosas.

Cuando terminamos nuestro trabajo Lex se voltea hacia Zac con altanería.

—¿Así está bien o quieres más?

Nuestro amigo niega ausente mientras le susurra algo en la oreja a su novia. Por otro lado Lex ya se adentra a la casa a paso decidido.

—Oigan par de babosos ¿no me ayudaran a pintarme a mí? —los reprendí un poco molesta de que se lo monten a mi lado.

Ellos sí que tenían las hormonas por todo lo alto y les gustaba hacerlo notar a donde quiera que iban.

El rubio alzo la cabeza en mi dirección mientras Abby le besaba el cuello y lo rodeaba con una pierna. Sonreí.

—Alguien de aquí me dijo que te dejara para él, parece que quiere pintarte con su pincel en zonas bastante prohibidas... amor por favor.

Apreté los labios para no soltar una risita al ver su cara de vergüenza y como intentaba taparte la clara erección que pudo ocasionarle la lengua de mi amiga.

Paseo los ojos por todo el lugar en busca de mi novio antes de toparme con los ojos de quien menos pensé. Desvió los ojos al instante.

Mi estatura era un claro impedimento para encontrarlo pero cuando finalmente lo vi él ya me había encontrado a mí.

Me sonrió desde el otro lado de la barra con un potecito pequeño y un pincel. Lo alzo en el aire mirándome y supe que esperaba por mí a que nos pintemos ya que de su brazos no había ni un poco de color.

Justo cuando daba un paso en la dirección de Liam una mano me tomo del brazo e hizo que me volteara.

—Noah.

Sedúceme como quieras #2 ©Where stories live. Discover now