Capítulo 33.

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"Los sentimientos mortales son tan volátiles que resulta imposible no jugar un poquito con ellos"

El Príncipe Cruel

Jimena.

Liam.

¿Habéis convivido alguna vez con cinco niños pequeños con la adrenalina y energía por las nubes todo un día? Eso eran mis tres amigos ingratos que se habían acordado de nosotros y vinieron de visita.

En el fondo era una sorpresa a mi hermana. Había estado un poco desanimada.

Por otro lado aproveche de presentarles a Logan, Adair y a mi princesa. Pero lo que no sabía era que se iban a llevar demasiado bien.

Jugando con las llaves del coche fui hasta la habitación de mi novia, mi sonrisa se borró cuando la chica amargada de la otra vez se me cruzo.

Parecía que el odio era muto pues me miro con desagrado, le saque la lengua cuando se apartó para no tocarse con mi hombro. Pude ver su rostro enrojecer de ira.

Con una sonrisa en el rostro corrí hacia la habitación. Pero se me borro de golpe otras ves al escuchar la conversación al otro lado de la puerta.

—¿Duele? —alguien pregunto con voz esfuerzo.

La voz de un hombro.

Pegue la oreja a la madera.

—Promete que no le dirás a tu novio que estamos haciendo esto... ah no.

—¿Estás loco? Si Liam se enterase no puede quedar agujero en el mundo en el que te puedas esconder de sus...

—Solo métela de una buena vez.

¿Me... meterla? ¿Meter qué?

—Espera... ya meteré la punta —respondió Ainhoa.

¡¿Qué cojones?!

Antes de que pudiera hacer otra cosa le di una patada a la puerta haciendo que esta se llevara consigo los tornillos.

Ella no podía estar haciéndome esto.

—¡¿Qué mierda estás haciendo...?! —La imagen me desconcertó por completo.— ¿Ainhoa?

—¡Liam! —Grito Tyler— no es lo que crees.

Claro que no lo era.

¿Qué mierda hacia Ainhoa con guantes, mascarilla y una aguja del tamaño de mi dedo meñique en las manos? ¿Y qué cojones hace Tyler con un cojín en su entrepierna?

—¿Qué pasa aquí?

—Lo siento —hablo mi novia derrotada dirigiéndose a mi amigo— no hay ningún lugar en el mundo en el que te puedas esconder de las burlas de Liam, te ves como una niña.

—Está bien, pero que sea rápido.

Entonces se quitó el cojín revelando su pene frente a mi novia.

—Cúbrete maldita sea ¿Cómo se te ocurre enseñarle tu pene a mi novia? Solo debe ver el mío.

Voy hacia el con toda la intención de golpearlo cuando la pelirroja se interpone.

—Aléjate.

—¿Lo defiendes?

—¿Qué? ¿De qué hablas? No es como si te estuviera engañando o su pene estuviera en un lugar que no debe, si te acercas tendré que esterilizar de nuevo.

—¿Pero qué hacen?

—Le hare un piercing.

Fruncí el ceño.

Sedúceme como quieras #2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora